Lo que mal empieza, mal termina... El maldito viaje de Cartaginés a Jicaral terminó como se presagiaba: con una derrota de 1-0.
Las malas señales arrancaron el sábado, cuando el equipo tardó 11 horas en llegar a Jicaral, luego de pegarse en un bloqueo en Chomes, de Puntarenas.
Los brumosos seguro se la olían y pidieron posponer la mejenga del domingo, la cual se jugaría a las 11 a. m., pero les dijeron que no.
La segunda mala señal llegó el domingo en la mañana pues en Jicaral prácticamente se cayó el cielo sobre la cancha de la Asosiación Cívica Jicaraleña, se desbordó una quebrada cercana y se inundó la cancha. ¡Al fin se pospuso el partido!
Eso sí, lo que parecía una buena noticia para los cansados jugadores brumosos, terminó siendo un presagio más de lo que les ocurriría en la cancha este lunes, a las 11 a. m., que arrancó el juego.
A los blanquiazules no les salió nada, ¡pero nada! No tuvieron muchas llegadas de peligro y Marcel Hernández tuvo pocas opciones, o sea, como que ya estaba escrito que no iba a ser el día (o mejor dicho el fin de semana) del Cartaginés.
Cartaginés entró con todo a la mejenga y apenas al minuto uno de juego, Marcel tuvo la primera, se quitó a un defensor dentro del área y disparó de zurda, pero un defensa se interpuso y la envió al tiro de esquina.
Un minuto después, el cubano lo intentó otra vez, ahora de cabeza, pero el remate se fue alto.
Jeykel Venegas y Marcel volverían a tocar la puerta, pero sin mucho peligro, o sea, Kevin Briceño, quien ya se recuperó de la lesión, casi que estuvo de espectador.
Aunque los de la Vieja Metrópoli tenían la iniciativa, hay un dicho muy sabio que dice: cuando la pedrada está para el perro, nadie se la quita.
Jicaral no necesitó tanto mate para anotar y a la primera llegada lograron marca el único gol del partido.
Kevin Briceño sacó abajo y su equipo en dos pases logró llegar hasta el mediocampo brumoso, Kennedy Rocha, que tomó el balón fuera del área, avanzó entre tres defensores, vio al Darryl Parker un poco adelantado, sacó un remate de tres dedos y la clavó en el ángulo a los 23 minutos.
Cartaginés tuvo poca reacción después del gol y el partido se trabó en el medio campo, hasta el minuto 30 cuando Andy Reyes remató a marco, pero Marcel, quien iba encarrerado, desvió el balón.
No pudo
El complemento fue como se suponía: Cartaginés buscando el empate y Jicaral, muy a lo Giacone, empotrado atrás.
Esa estrategia no solo no dejó pasar más al Cartaginés, sino que demostró que los blanquiazules no son aquella máquina destructora que aparentaron contra Saprissa si le saben tapar los espacios por las laterales y los esperan.
Los brumosos tuvieron la bola, pero eso era lo que quería Jicaral porque ya los tenían más que medidos, estudiados y atados.
Hernán Medford, fuera del banquillo por sanción, metió a Allen Guevata y a Byron Bonilla, para ver si alguno se salía del libreto a punta de velocidad y rompía el doble bloque defensivo.
El único que logró desahacerse de la marca fue Bonilla, quien quedó solo frente al marco dentro del área, pero remató de seguido y la mandó muy por encima.
Jicaral respondió con un desborde de Edder Solórzano, un de los mejores del partido, que sirvió a Giovanie Cluney, quien remató desviado, a los 77 minutos.
Para hacer más grande la torta, el Cusuco majó a Clunie en una jugada sin mayor peligro y aunque no parecía intencional, el árbitro Henry Bejarano, ni lerdo ni perezoso, le sacó la roja al 89.
En el cierre, Jicaral metió la mejenga en el congelador, como bien sabe hacerlo su técnico. Perdió tiempo a gusto, se llevaron la bola para la esquina, a gastar los minutos y así se terminó de firmar el tormentoso viaje del Cartaginés.