Si hay algo que, como aficionado del Saprissa, odio bastante, es ponerse a “llorar” por el arbitraje después de un partido.
Y no me gusta porque creo que, más allá de reclamar equis o ye jugada tras el pitazo final, es mejor que el equipo lo entregue todo en la cancha y sea capaz de “enmendar” esos errores arbitrales con goles en los 90 minutos.
Seguramente pienso así por el hecho de ser seguidor de un equipo tan grande como Saprissa, que si le quitan un gol, como pasó este domingo en la final ante Herediano, va y mete dos.
Los jugadores vieron que la bola entró, los que estábamos en el estadio vimos que la bola entró y en la transmisión de FUTV quedó claro que la bola entró, pero es de aplaudir que los futbolistas morados superaron esa acción, no dejaron que ese error se les metiera en la cabeza como pasa con otros y finalmente cumplieron su tarea marcando no uno, sino dos anotaciones.
Lo irónico de todo esto es que quienes salieron molestos con el tema del arbitraje fueron los dirigentes heredianos, que hasta piensan en dejar a la televisora por no pasar las repeticiones de un supuesto penal a Anthony Contreras, pero no se tomaron un segundo para analizar que no había repeticiones de los remates directos de su equipo porque no hizo un solo tiro a puerta en 90 minutos.
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Mientras a nosotros no nos dieron por válido un gol, que además fue precedido por una mano clarísima que sin duda era penal, en la acera del frente terminaron reclamando porque supuestamente no eran tiro de esquina ni falta las jugadas previas en nuestros goles. Ya eso es reclamar por reclamar.
Repito, si a Saprissa le quitan un gol, hace dos, reclamar al final no sirve de absolutamente nada y no se ve nada bonito.