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OPINIÓN: El seleccionador Luis Fernando Suárez nos devolvió la alegría en tiempos difíciles

De estar con las manos vacías, el técnico colombiano nos tiene en el repechaje y con una nueva generación que pide puerta.

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Al saber lo llaman suerte. Con este viejo refrán lo que se busca, explicado en sencillo, es bajarle el piso al talento, al conocimiento, al esfuerzo.

Es lo mismo que jalarse una guaba, término que ya casi no usamos los ticos, frase con la que no queremos reconocer que las cosas ocurren porque hay un gran sacrificio detrás.

Es como si calificáramos como una guaba el golazo de chilena que se jaló el joven Anthony Contreras en El Salvador. Es darle más mérito a la casualidad que a su talento.

Al saber lo llaman suerte tampoco aplica con el seleccionador Luis Fernando Suárez. El colombiano llegó con cero conocimiento del fútbol tico, con poco tiempo para trabajar y posiblemente ni sabía del pésimo momento de los jugadores.

Pero conforme fue adentrándose en el berenjenal del fútbol nuestro, dejó de lado los fogueitos, los paseos, y apostó por los microciclos. Empezó a conocer la idiosincracia del futbolista tico al tenerlo más tiempo y le fue inculcando sus ideas para sacar lo mejor entre lo poco que encontró.

Seis meses después del inicio de la eliminatoria, en setiembre, el cambio de la Sele es del cielo a la tierra. Del acongojante empate en Panamá, cero a cero, pasamos al 2 a 0, con llenazo impresionante en El Nacional, ante los orgullosos norteamericanos con el ole incluido.

Después de no ver en el horizonte un cambio generacional, un grupo de carajillos con promedio de edad de 20 años, sin sumar a Keylor y a Waston, dejaron a los gringos, con todo y su estrella Pulisic, con el rabo entre las piernas.

Aunque pensándolo bien, sí hubo una guaba en todo este proceso, y fue la que se jaló Rodolfo Villalobos, quien por fin pegó una nombrando a Luis Fernando Suárez.

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