“Yo jamás he pensando en dar un paso al lado, nunca, nunca. Me encantan los retos, y estamos en momentos difíciles; el que da un paso al lado cuando se pone difícil, es un cobarde”, dijo Rodolfo Villalobos, presidente de la Fedefútbol, este miércoles en un tributo a la mediocridad.
No sabemos si su sueldito ha sido golpeado por la pandemia, pero en febrero del 2019 Villalobos admitió que ganaba $150.000 anuales ($12.500 mensuales, en promedio, casi ¢7,6 millones), sin contar viáticos y otras entraditas.
¿No no será esa la razón real del por qué no renuncia después de un fracaso tras otro? Desde que está a la cabeza de la Federación no ha ganado ni en un certamen de bolinchas.
Y lo más lamentable para nuestro depreciado fútbol, pero no para los bolsillos de Villalobos, es que aún le queda todo el 2021, 2022 y 2023, si es que ese año decide no luchar por seguir enquistado en el puesto.
Y como entre ganadores se juntan, seguirá respaldando a los técnicos Ronald González, Douglas Sequeira y Carlos Watson. Por supuesto me refiero a ganadores de sueldazos, porque a los resultados me remito: la Sub-23, en manos del Esqueleto, fracasó en Gualajara en su intento de ir a las Olimpiadas en Tokio, cayó ante EE.UU. y México.
Honduras, sucampeón de la eliminatoria, venció a gringos y cayó con los mexicanos en penales. ¡Cómo duele!
González, por su parte, recientemente igualó a cero ante Bosnia, perdió 1-0 con México y extendió la mala racha a ocho juegos sin ganar: cinco derrotas y tres empates. En una empresa seria todos estarían sin brete.