No creo que los brumosos y mucho menos el técnico Hernán Medford hayan visto con buenos ojos la sonrisa, de oreja a oreja, de Jeikel Venegas después de fallar el tercer shut out contra el Saprissa, en los 90 minutos por la vida.
Mucho menos el horror del portero Darryl Parker ante Heredia. También vimos al Paté Centeno molesto con el joven Rudsell Mora luego de botar el shut out contra la Liga.
Resaltamos además a Adolfo Machado animando a sus nuevos compañeros rojinegros, la categoría con la que el morado Michael Barrantes anotó su shut out y el debut del prometedor portero Bryan Segura con el Team. Esas actitudes son parte del éxito de los 90 minutos por la Vida que el domingo llegó a sus 20 años con triunfo del Saprissa en mujeres y de la Liga en varones.
Y esta fue otra atinada decisión del pionero de la actividad, don Ricardo Chacón, invitar a las muchachas.
Y es que año a año los aficionados afortunadamente se han apuntado a ayudar en la lucha contra el cáncer infantil y colaboran gustosos con la esperada actividad de inicio de año porque, además de aportar a favor de nuestros niños, saben que los jugadores una vez que la pelota empieza a rodar meterán pata, buscarán lucirse y eso lo valoran.
¢178 millones se recaudaron y falta plata por contar, los grandes ganadores fueron los organizadores y nuestros valientes pequeños, pero mientras los clubes sigan viendo la actividad como una antesala para mostrar parte de lo que ofrecerán en el torneo próximo y los jugadores tomen los duelos con la responsabilidad mostrada hasta la fecha, no dudo que tendremos 90 minutos por la vida para mucho tiempo y con ediciones mejoradas año a año.