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OPINIÓN: Un clásico nunca debería morir, pero ya pasó en Costa Rica una vez

Horizonte Morado debe medir muy bien por donde está llevando al Deportivo Saprissa

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¿Que Saprissa es un equipo sin alma?, sí. ¿Que resolver el abismo que hay entre los “viejos”, que ya no no tienen hambre, y los carajillos está rudo?, es cierto.

¿Que las habladas del Moradito no convencen a nadie?, así es.

¿Que muchos manudos que hoy sacan caja, y ya cansan con el CAR, desearían que Saprissa desapareciera?, es ciertísimo.

¿Pero qué ganan los archirrivales con que desaparezcan el Deportivo Saprissa o la Liga Deportiva Alajuelense (estuvo a un pasito del descenso en una ocasión)? Absolutamente nada, todos pierden.

Clásico solo hay uno. Por país solo existe un duelo más importante que el resto, el que todo lo paraliza. Ningún duelo da más nervios, ningún partido hace hablar y soñar una semana antes y altera todo a la semana siguiente.

El lunes ninguna camisa se luce con más orgullo para ir al brete que la del vencedor del clásico. Por más anticuerpos que genere el Herediano desde que llegó Jafet Soto, ni a manudos ni a morados les sabe tan rico vencer al Team como triunfar en el clásico.

Esta rivalidad sobrepasa el ámbito deportivo. Es cuando lo imposible puede ocurrir, es cuando un desconocido puede llegar desde la banca, perder el anonimato por el resto de su vida y convertirse en leyenda.

Esa rivalidad, ese amor y odio se viven desde 1949, cuando se dio el primer enfrentamiento.

Un clásico nunca debería morir, pero puede ocurrir porque nuestros primeros clásicos los protagonizaron el La Libertad y el Herediano entre 1921 y 1948.

Horizonte Morado debe jugar muy bien sus cartas porque los ticos no le perdonarían ser el responsable de enterrar el segundo clásico en la historia de nuestro fútbol.

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