Voy a compartir parte de este comentario del periodista uruguayo Marcel Lhermitte.
“Como muchos uruguayos, a temprana edad comencé a ir a ver fútbol. Recuerdo claramente la sensación de inmensidad cuando nada más subir la escalera que daba hacia la grada aparecía a primera vista el césped del estadio. Los cánticos de las barras le daban un aire tribal a la situación y luego, el partido, cuyo resultado iba a afectar mi humor toda la semana.
“Cuando mi equipo ganaba iba contento a clases y ‘compartía’ mi alegría con todos, leía las crónicas deportivas y comentaba las bondades deportivas de mi cuadro. Cuando perdíamos la cosa era diferente. Antes que nada porque era notorio que nosotros éramos mejor equipo y jugábamos mucho mejor, y si habíamos perdido solo podía ser por dos motivos: porque tuvimos mala suerte o porque el juez nos perjudicó.
“Con el paso de los años descubrí que quizás estuviera equivocado, que no era cierto que mi equipo jugara siempre mejor que el rival y que los jueces sí se equivocan, pero por lo general no eran los responsables de las derrotas de mi equipo. Tuve que reconocer que mi visión de la realidad estaba teñida por la subjetividad.
“Esta situación que es tan gráfica en el fútbol también acontece en la política y en muchas áreas de la vida en general. De acuerdo dónde estemos posicionados veremos una verdad, que será diferente de la que note otra persona que está ubicada en un lugar diferente al nuestro”.
Entendiendo esto, se evitarían los insultos hacia quienes piensan distinto, y se controlarían esas virulentas agresiones que se hacen desde el anonimato de las redes sociales donde cualquier cobarde se envalentona.