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Papá hace de su familia un equipo

Un padre de Alajuela logra que su familia, dedicada al Taekwondo, logre cumplir sus sueños

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Luis Diego Escorcia es el papá de una familia de puros taekwondistas, a quienes él apoya incondicionalmente y se ha convertido en un bastión clave para todos.

Él da soporte a su esposa, Blanca Cárcamo, y sus hijos Gabriel y Zuria, de 15 y 13 años. Todos ellos practican el taekwondo, pero el papá es quien logra que todo funcione a la perfección.

Blanca Cárcamo, Zuria Escorcia, Gabriel Escorcia, Juan Diego Escorcia

Gabriel y Zuria están participando en el Costa Rica Open de Taekwondo. Los hermanos están en la Selección Nacional.

Hoy, en el Día del Padre, queremos rendir un tributo a un papá que prefiere que sus hijos sean los protagonistas y lo hace de la forma que muchos otros tatas lo hacen y que nunca son reconocidos, con buena disposición, detalles y sacrificios.

Gabriel y Zuria son estudiantes y taekwondistas. Ellos entrenan en Pavas porque allí lo hacen los seleccionados, aunque viven en el Invu Las Cañas, en Alajuela. La familia no tiene carro y doña Blanca se dedica a la casa y hasta hace seis meses puso su propia academia, en San Pedro de Santa Bárbara, en Heredia.

Don Luis Diego se levanta a las 5 de la mañana para ir coger bus hacia Alajuela y de allí a La Aurora de Heredia, donde trabaja en un call center.

Blanca Cárcamo, Zuria Escorcia, Gabriel Escorcia, Juan Diego Escorcia

A las 3 de la tarde, sale del brete y debe tomar dos buses y bajarse cerca del Hospital México para esperar a sus hijos y llevarlos a entrenar. Los hermanos vienen del colegio.

De ese lugar, agarran autobús para Pavas, donde entrenan los muchachos de 5 de la tarde a 8 de la noche (entre ambos horarios). Al finalizar, toca agarrar el bus de Pavas para San José y finalmente de San José a Alajuela. En eso, la familia gasta cerca de 200 mil colones por mes.

Pero don Luis Diego lo hace con gusto. Siempre está apoyando, viendo, haciéndoles comentarios a sus hijos y, por supuesto, va a todos los torneos. Como hizo este jueves, cuando sacó el día libre para ir a apoyar a Zuria, quien ganó el tercer lugar en la categoría de 13 años en Poomsae (movimientos de combate, sin luchar), solo superada por dos gringas. ¿Qué más se le puede pedir a un papá?

“Siempre está con nosotros. Los fines de semana que hay competencia estamos todos juntos. La parte económica es pesada, los suegos nos apoyan un poco”, expresó Blanca.

Blanca Cárcamo, Zuria Escorcia, Gabriel Escorcia, Juan Diego Escorcia

Gabriel competía este sábado en la categoría elite juvenil 55 kg, pero al cierre de edición no había llegado su turno.

Si el papá pone de su parte para que el proyecto familiar camine bien, el esfuerzo y el sacrificio de los hijos va en total sintonía. Son estudiosos, disciplinados y con gran potencial.

“No le voy a mentir, es duro, todos los días van al cole de 7 de la mañana al mediodía, en el Técnico Invu Las Cañas. Zuria los martes recibe los talleres y generalmente los pierde porque tiene que salir. A las 3:30 tiene que estar en el bus Alajuela San José y luego a Pavas. Es cansado, casi no tiene tiempo para los amigos”, dijo la mamá.

Esta linda familia alajuelense hace rifas de tres mensualidades en la academia de Blanca para recibir clases y ventas de rice and beans (ella es de Belice donde es el plato tradicional) y de arroz con leche, esto para ajustar para los tiquetes e ir a Brasil, donde Gabriel representará a Costa Rica en la Copa Presidente de Río de Janeiro 2023, que da puntos para el ranking. Gabriel es sexto a nivel de Centroamérica.

Influencia a mamá

La historia de cómo doña Blanca incursionó en el taekwondo está relacionada directamente con su hijo mayor.

La mamá cuenta siempre le gustaron las artes marciales y cuando vivía en Belice, quiso practicar, pero sus padres se opusieron. “Eso no es un deporte para niñas”, le decían, sobre todo su papá.

Cuando se vino para Costa Rica, se casó y tuvo a Gabriel, quien siempre fue muy inquieto, y cuando nació Zuria (dos años después), la mamá tenía que ver cómo apaciguaba la hiperactividad del chiquillo.

Lo metió a taekwondo con tres años y se quedaba viendo a su hijo entrenar, entonces un día el entrenador le dijo que ella podía ir a entrenar. “Seguro hacía ojos de que tenía ganar de entrenar. Al otro día estaba en el gimnasio”.

Luego, a los tres años, también metieron a Zuria y ambos hermanos tienen mucho potencial. El resto de la historia, ya la conocen.

Franklin Arroyo

Franklin Arroyo

Periodista egresado de la Universidad Federada. Integra el equipo de Nuestro Tema de La Teja. Trabajó en el Periódico Al Día, corresponsal del diaro Marca para Centroamérica y editor de la revista TYT del Grupo Eka.

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