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Pequeños valientes rieron y anotaron mientras eran observados por jugadores del Saprissa

Niños de Asociación Lucha Contra el Cáncer Infantil vivieron el clásico del amor al lado de sus ídolos en la Cueva

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En un pequeño cuadrito en el sector sureste de la gramilla del estadio Ricardo Saprissa el pequeño Junior Alberto Montiel agarró este jueves la pecosa para disfrutar jugando al fútbol, como pocas veces lo ha hecho.

Al chiquitín, de 11 años y oriundo de Upala, no le impresionó para nada jugar en La Cueva, pues andaba feliz y orgulloso de lucir los colores de la Liga Deportiva Alajuelense, equipo al que le hace barra.

Junior jugó contra sus compañeritos de la casa albergue de la Asociación Lucha Contra el Cáncer Infantil (ALCCI), quienes este jueves celebraron la edición 26 del famoso Clásico del Amor.

Alberto visita esta noble institución desde hace seis meses.

“Yo juego cualquier posición, no importa en dónde me pongan, desde los cinco años juego fútbol y me gusta mucho. Siempre he sido rápido, me gusta tener la bola y burlarme a los compañeros”, comentó.

Montiel se dio el lujo de sentir lo que sus ídolos manudos han experimentado cuando anotan en La Cueva y, además, se dio el lujo de que lo vieran en acción los jugadores de la primera división del Saprissa, quienes se olvidaron de la rivalidad para celebrar los goles de todos los chiquitos.

Los roles en esta ocasión cambiaron, los chicos eran los que jugaban, mientras que los jugadores apoyaban, animaban, daban indicaciones y hasta sacaron un bombo para meterle más sabor a la mejenga.

Clásico del amor de ALCCI desde el estadio Saprissa

Posted by La Teja on Thursday, January 23, 2020

En este duelo el marcador era lo de menos, pero el 3-3 final fue lo más justo, porque los integrantes de ambos equipos son ganadores, unos guerreros que luchan todos los días por su vida y que gracias al fútbol se distraen un ratito de los malos ratos que los hace pasar esta enfermedad.

De un lado estaban los pequeñines morados y en el otro los rojinegros, quienes cedían sus campos en la cancha para que todos sus compañeritos, al menos los que estaban en condiciones para jugar, pudieran jugar un ratito, durante los tres tiempos de diez minutos que duró el juego.

Defensón

En el bando morado uno de los que llamó la atención fue Allan, quien jugó atrás como defensa y se la pasó recibiendo consejos nada más y nada menos que de Michael Barrantes.

El volante morado le daba recomendaciones, hacía gestos y un montón de cosas más, como si fuera el asistente de Pablo Abarca, uno de los voluntarios de ALCCI que hizo la labor de técnico en el cuadro morado.

“Aubrey véalo a él, así se para un defensa”, le dijo el capi morado a su compañero a modo de broma, porque ellos, los profesionales también gozaron mucha con tan tierna y especial visita.

La fiesta se animó más con los goles de los moraditos, ya que sus “colegas” de la primera no se pudieron contener y los celebraron con aplausos y cantos, mientras que Ariel Rodríguez y David Guzmán le daban duro al bombo.

A lo lejos, en los últimos asientos de la platea este estaba el técnico morado, Wálter Centeno, tirándose la mejenga y tal vez preguntándose si a futuro alguno de estos valientes guerreros podría vestir los colores del Sapri.

Uno de los que estaba más contento con la mejenga era José Francisco Porras, secretario técnico del club, quien recibió a los niños desde la puerta del estadio, los llevó a la cancha y nos los dejó solos en ningún momento.

“Para nosotros es un placer darles apoyo desde la cancha, que es adonde siempre nos ven y que puedan sentir que tienen la posibilidad de estar acá jugando y compartir con figuras de renombre nacional como son los jugadores del Saprissa o los jugadores de la Liga cuando han podido compartir con ellos", explicó.

De parte del club, Porritas se botó con 20 juegos de uniformes para los moraditos, pero tranquilos, porque los manuditos también llegaron bien uniformados con 20 juegos que la Liga les mandó para la ocasión.

Para todos

Lo mejor de todo es que el fútbol tiene campo para todos, por lo que los equipos era mixtos, así que la pequeña Yaeli, quien es supermanuda al igual que su tata.

“Me sentí muy bien jugando, muy feliz, porque antes yo no podía jugar en la escuela, porque terminaba de salir de la quimio y no podía, me sentía débil y me podía cansar mucho”, contó la pequeña.

Yaeli, oriunda de Palmares, padecía de linfoma de Hodgkin, pero en octubre del año pasado demostró que es una gran campeona al derrotar la enfermedad y tocar la campana que indica que terminó el tratamiento.

La chiquitina, de 11 años, es estudiante de la escuela del centro de Palmares y ahora sigue yendo al ALLCI para cumplir con las citas de control, porque como una buena defensa, posición en la que jugó este jueves, sabe que nunca se puede bajar la guardia.

Pero no solo disfrutaron los que estuvieron en la cancha, sino también los que estaban en las gradas apoyando a sus compañeritos y gozando de la oportunidad de conocer a los jugadores morados.

Este fue el caso de Sebastián Delgado, quien con full lentes de sol nos contó que ellos disfrutan al máximo este tipo de actividades, aunque él por ahora no pueda jugar.

Lo que Sebas sí podía decir a diferencia de la mayoría de sus compañeritos, es que él si vio campeón a su equipo en diciembre, porque es un orgulloso seguidor del Club Sport Herediano.

“Yo tenía cáncer en la vejiga, pero Dios me curó y ahora tengo una vejiga hecha de intestino y acá estamos en la lucha y con el apoyo del ALCCI”, indicó el pequeño oriundo de San Pablo de Barva de Heredia.

Al final lo que se ganó en este clásico fueron sonrisas, un momento lindísimo entre jugadores y niños y la ilusión de que el deporte da la oportunidad mágica de olvidar cualquier cosa, al menos por un rato.

Sergio Alvarado

Sergio Alvarado

Periodista de La Teja, especializado en deportes. Graduado de la Universidad Internacional de las Américas.

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