Recuerdo de niño lo hizo buscar un chuzo de 45 años

Alberth Solano compró un carro igualito al que tuvo su papá

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Alberth Solano siempre estuvo enamorado de un carro Suzuki LJ50, modelo 1975, que tenía su papá, don Álvaro Solano.

Con el paso del tiempo, don Álvaro vendió la nave, algo que para Alberth fue muy triste pues amaba ese chuzo.

Pero hace dos años y medio se le metió en la cabeza comprarse un carro igualito al que tenía su tata.

La búsqueda no fue sencilla, pues esos carros ya no se fabrican y en el país, según él, son escasos.

Para carga y terrenos duros
El Suzuki LJ50 fue un vehículo fabricado para cargar materiales que no podían transportar las carretas en terrenos quebrados. Gracias a sus llantas y lo potente de su motor, podía subir casi cualquier pendiente.

A pesar de eso, encontró uno en Desamparados que estaban vendiendo en un millón de colones.

Sin pensarlo mucho, soltó el billete y se lo llevó para su casa, eso sí, tenía que meterle más platica.

“El carro tenía piezas que no eran las originales, tenía muchas que eran de Nissan, entonces poco a poco las fui comprando y cambiándolas”, detalló el vecino de El Empalme de Cartago.

Algunas de esas piezas las encontró en el país; sin embargo, otras las tuvo que traer de afuera.

“Unas partes las tuve que mandar a traer a Colombia y Australia, me costó bastante conseguirlas, pero por dicha ahora tengo todo el carro con sus piezas originales, hasta las perillas”, añadió Alberth, de 29 años.

Este administrador de empresas confesó que restaurarlo fue más caro que comprarlo.

“En arreglos y partes gasté como cinco millones de colones, pero para mí valió la pena, era el carro que siempre había querido”, comentó.

Según cuenta, todo el proceso de restauración tardó 13 meses.

“Desde hace aproximadamente dos meses ya lo ando, casi siempre lo paseo por la zona de Los Santos. El carrito si uno lo maja llega a los 80 kilómetros por hora, pero yo no soy de andar rápido. Más que todo lo uso para dominguear con la familia”, dijo.

Este chuzo no tiene nombre, aunque unos compas de él lo llaman el “Tío Alberth”, cosa que a su dueño no le disgusta para nada.

“La capacidad es para cuatro personas, la verdad es que se viaja muy cómodo porque es espacioso. Es de gasolina y tiene cuatro velocidades”, detalló.

Lo que sí lamentó fue no conocer nada de la historia de su vehículo.

“Le pregunté a la persona a la que se lo compré si tenía algo de historia, pero no me dio mucha información. Por lo que pude averiguar, el ICE usaba estos carros en sus proyectos porque son bastante potentes”, contó.

El dueño aclaró que el “Tío Alberth” no está en venta y que lo quiere hasta que la muerte los separe.