El jugador de la selección de futsal, Daniel Gómez llegó este sábado al juego contra Lituania con el objetivo de dar lo mejor y de verdad que cumplió, ya que se lució con un par de pepinos, que ayudaron a los nacionales a triunfar contra los europeos 6-2.
Antes de la mejenga, Gómez conversó con su esposa, Silvia Jiménez, quien nos contó que le dijo que confiaba en él y que sabía que lo haría muy bien. El buen momento por el que pasa el jugador se ratificó con el cuarto y quinto gol que hizo el volante.
“Siempre le dije que tenía que esperar el tiempo de Dios, porque le hemos pedido a él la dirección, que tal vez en este partido le iba a dar el momento que todos esperábamos, y así fue, le dio la oportunidad de anotar.
“Para mí es el mejor jugador y lo que me gusta es darle confianza, le aconsejé que hiciera las cosas bien”, destacó.
La feliz esposa le recordó que todo lo bueno que está logrando dentro de la cancha se lo dedica a un par de angelitos que lo cuidan desde el cielo.
“Nosotros estamos casados desde hace cuatro años y lo más difícil que hemos enfrentado como pareja fue la pérdida de nuestros bebés.
“Estaba embarazada de gemelos y los perdí luego de sufrir una hemorragia, pero sé que ellos en donde quieran que estén se sienten felices por lo que está haciendo su papá”, relató Silvia.
Se come las uñas de los nervios
La esposa se tiró la mejenga con su cuñada, Daniela Gómez, en la casa del jugador.
“No esperábamos que metiera esos golazos, pero sabíamos que es el mejor y que cualquier cosa podía pasar”, afirmó.
Jiménez relató que ella y su esposo son creyentes y antes de que se fuera al Mundial oraron juntos.
Silvia vio el partido con una bandera de Costa Rica en la mano. Antes del encuentro no acostumbra comer, porque se siente muy ansiosa y siempre espera que a su esposo le vaya bien. Me estreso mucho, me duele el estómago y me como las uñas.
“Nunca dudo de que a Daniel le vaya bien y cuando hizo los goles, golpeaba las paredes de la felicidad, hice tirada la bandera. A mí no me da por llorar, lo que hago es reírme mucho, pero es de la misma alegría, pero la hermana de Daniel sí lloró”, relató.
Luego del juego, la pareja pudo conversar con su esposo por un momento.
“Me dijo que estaba muy emocionado, ni sabía cómo se le dio, que siempre confió en Dios y que mucha gente lo estaba llamando”, aseguró.
Empunchado
El futsal unió a esta pareja. Daniel conoció a su esposa en un partido que jugaba en Parrita y una amiga los presentó.
“Siempre he sido aficionada al deporte, me gusta el fútbol y cuando lo conocí me encantó más el futsal y ahora lo disfruto al máximo, porque lo apoyo y aquí estoy con él en cuerpo y alma”, comentó.
Daniel trabaja en una ferretería desde hace seis años y allí se encarga de alistar pedidos.
“En su trabajo siempre lo han apoyado con el tema del futsal, le dan permisos para jugar fuera del país o para salir antes por si debe entrenar.
“Daniel juega con Orotina y entrena de martes a miércoles, de 7 p.m. a 9 p.m., por lo que prácticamente lo veo solo para dormir”, explicó la esposa.