Andrés Ramírez, hijo de Óscar “Machillo” Ramírez, es más que una compañía y un asistente para su tata en Alajuelense, el muchacho se volvió una pieza valiosa para diversas tareas que realiza el entrenador.
El joven, de 22 años, ha revolucionado un poco el estilo y la forma en que el técnico ahora se sienta a hacer los famosos estudios y análisis que hace para cada rival, previo a cada mejenga en el cuadro rojinegro.
En entrevista con La Teja, Ramírez nos explicó que ahora los análisis son computarizados, detalle en el que le echó una mano al Machillo, en un campo que no domina como el fútbol.
Al ser padre e hijo y vivir juntos, tienen la gran ventaja que pueden bretear en cualquier momento, ya sea en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) o bien en la casa.
“Él me ha hablado que antes era muy pesado ese estudio, en ese tiempo usaba las grabadoras, en una era el partido y en otra grababa los resúmenes que hacía, entonces imagínese, en una grabadora echar para adelante, para atrás, para adelante para atrás en un video, era pesado.
“Por eso es que ahora él me dice que lo ayude con la computadora, porque con ella se nos hace muy fácil, más rápidas las situaciones, a uno le envían un video y nada más hace los análisis acá con la computadora. Ya no es tan pesado como lo vivió antes, hay más formas de facilitar el trabajo”, nos explicó Andrés.
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Lo que no ha cambiado en la casa son las encerronas para analizar y ver videos, solo que ahora el DT ya no las hace solo, sino con su hijo menor a la par.
“En las encerronas ya no es solo él, ahora voy con él al cuarto, ya estamos pegados a él, viviendo en carne propia lo que él me contaba, me mencionaba que hacía.
“Son jornadas largas, él no es de dejar las cosas a medias, es de o lo hacemos bien, o no hacemos nada. Si nos metemos y nos ponemos a hacer cualquier cosa que se ocupe en el momento o que quiera, tenemos que hacerlo bien y terminarlo en ese mismo momento, nada de dejarlo para después”, destacó.
En el brete las reglas están claras, cada uno tiene sus responsabilidades, detalle en el que Andrés contó que Óscar le marcó la cancha y por eso se tenía que meter en su fuerte rutina de trabajo, de analizar y estar en esto prácticamente todo el día.
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“Desde el primer día el hombre me lo advirtió, que ya era algo diferente, más responsabilidad, más tiempo enfocados en esto, en el día a día pensando y viendo cosas de fútbol.
“Los primeros días que estaban con el entrenamiento en la tarde era levantarse tipo 7 o 7:30 y de una vez a ver partidos del equipo rival, analizarlos, a él le gusta venir con la idea clara, que cuando venga acá al CAR ya sabe qué decir para hablarlo con Wardy (Alfaro) y con Bryan (Ruiz) y los del cuerpo técnico.
“De 7:30 a 12 estamos viendo videos, jugadas, situaciones así, almorzamos y luego nos alistamos para venirnos al CAR, nos venimos como con dos horas de anticipación al entrenamiento para que papi pueda venir a hablar con el cuerpo técnico y armar todo, analizar de todo un poco, ver qué videos le vamos a presentar a los jugadores y luego hacer el entrenamiento”, explicó.
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Si en la práctica pasó algo que necesite hablarse o dejó con el clavo al Machillo, se quedan hablándolo como hasta las 8, de ahí a la casa a comer y a dormir.
A pesar que se está acostumbrado a la fuerte rutina, Andrés disfruta mucho este momento pues, además de trabajar al lado de su tata, lo hace para el club del cual es fanático desde niño, al que vio ganar muchos campeonatos de chamaco y ahora, que ya está grande, quiere también poner su granito de arena.