Las lágrimas no pudieron contenerse, los abrazos que tenían años esperando se fundieron en uno solo y el Morera Soto hizo erupción como desde hace más de una década lo anhelaba. Todos al mismo grito de “¡Liga campeón!”, el que este sábado finalmente se hizo realidad.
El León derrotó 3-1 al Saprissa y alzó su copa número 31, tan esperada, tan sufrida y que durante años pareció inalcanzable para el liguismo.
No podía llegar de la mano de alguien distinto a Óscar Ramírez Hernández, ese menudito señor de 61 años que devolvió al club al trono.
El Machillo alcanzó su sexto título nacional y se sentó definitivamente en la mesa más grande del liguismo, la de las leyendas.
Fue la figura redentora que el manudo necesitaba para volver a creer, con quien ya había sido feliz antes y con quien recuperó una sonrisa perdida entre golpes y desazones durante 12 años.
La Liga fue campeona en casa en el 2020, pero a estadio vacío, sin su gente, confinada por la pandemia del COVID-19. Por eso la noche de este sábado fue distinta, especial, celebrada como en los viejos tiempos.
La tensión se sentía desde el arranque, la afición en el Morera Soto se encargaba de jugar el partido con su aliento y gritos que hasta erizaban la piel de los presentes.
Las noticias llegaron hasta antes del pitazo inicial cuando Alajuelense debió sacar de la alineación a Washington Ortega por lesión y darle su lugar a Bayron Mora.
Tal como pasó en la final de la Copa Centroamericana, al joven meta le tocó entrar en el partido más caliente, el del título, pero con la confianza que ganó en aquel torneo, no fue una noticia que generara temor, sino más bien le dieron un gran respaldo.
En opciones y chances a marco fue un mejor partido que el del miércoles en Tibás, con exigencia para ambos porteros desde el arranque.
Apenas a los tres minutos la Liga metió la primera al área, la cual Kendall Waston desvió con lo justo, era una muestra de esos bríos.
Celso Borges y Kenyel Michel fueron los primeros en intentar los remates, pero se fueron abiertos; sin embargo, la Liga movía bien el balón, lo llevaba al área, mientras que al rival le costaba un poco en los primeros 20 minutos.
El marcador se abrió en una de esas entradas por la banda, Ronald Matarrita tiró un buen centro desde izquerda, el cual Ronaldo Cisneros ganó de buena forma entre dos defensas, le dio de cabeza, tiro que dejó descolocado a Esteban Alvarado y lo hizo ver un poco mal.
El tanto hizo rugir al Morera y sentir la copa mucho más cerca, pues ese gol podía ser suficiente, pero Saprissa es Saprissa y respondió.
Le llegó la hora de atacar al Monstruo y exigir a Bayron. Un remate de Fidel Escobar casi al ángulo obligó al joven a mandar la bola al tiro de esquina tras un gran estirón y en la siguiente jugada sacarle un cabezazo a Kenay Myrie.
Daba la impresión que la Liga podía aguantarlo, hasta que Myrie rompió todo con un golazo de chilena descomunal, el cual dejó a todos sorprendidos e impactados.
Se jugaba el tiempo de reposición, al chamaco morado le quedó en el aire y se mandó con una pirueta en la que le dio de zurda.
Kenay, quien hizo sus ligas menores en el León, gritó con todo el tanto, por la esquina en la que se suele ubicar su abuelo, Víctor Reyes, quien trabaja como secretario técnico manudo.
Se resolvió todo
Para el segundo tiempo, Saprissa parecía entrar mejor, volvió a probar a Bayron Mora con un par de remates que a ese punto ya lo consolidaban como figura.
La bola que le saca a los 66 a Joseph Mora es un paradón de reflejos y mucha calidad. Una vez más el muchacho demostró de qué está hecho.
El Morera vivía momentos de mucha tensión con un empate que podía irse en cualquier momento, como otras tantas veces le ha pasado al León en estas instancias.
Justo cuando la impaciencia empezaba a aparecer, el reloj se comía el tiempo y el partido se hacía añejo llegó la jugada que marcó el campeonato, un tiro libre de Alejandro Bran, otro jugador que se lavó la cara en la recta final.
El volante pegó un bombazo rastrero, Esteban Alvarado la rechazó adelante, lo que le dejó la pecosa a Fernando Piñar y la puso al lado derecho.
Faltaba algo más, la recompensa para uno de los hombres que lo dieron todo en la temporada, el gol de Pika. Anthony Hernández la pegó afuera del área, la bola se fue a una esquina dando tumbos, la cual Esteban no le llegó, el tanto que desató la locura a los 84 minutos.
Las fuerzas de seguridad no fueron suficientes para contener el desborde. Con el pitazo final de David Gómez, la gente se lanzó a la cancha sin pensar en nada más. Era un desahogo demasiado grande para contenerlo.
El momento con el que soñaron durante años había llegado. Y ahí, en el centro del Morera Soto, con un solo corazón latiendo al mismo ritmo, el liguismo pudo gritar por fin lo que tanto esperó:
¡Liga campeón!



