La volante del Saprissa Kimberly Lázaro se va a la ofensiva en busca de sus sueños.
Gracias a esa actitud que tiene dentro de la cancha y en la vida, ella se siente más que orgullosa de ser la dueña de “Barber House”, en el centro de Tibás.
Lázaro, de 26 años, le voló tijera al prejuicio y desde hace cinco años atiende a niños y adultos en su barbería.
"Al inicio tenía miedo de pensar en cómo reaccionaría la gente, al ver que una mujer atendería una barbería.
“Recuerdo que los amigos de mi hermano, Alberth, llegaban a mi casa a cortarse el pelo y me gustaba ver los cortes que se hacían, de ahí nació la pasión de cortarles el cabello a los hombres”, comentó.
Kim no se quedó con el clavo y quiso experimentar y de una le pasó la navajilla a su hermano por la jupa.
“Era la primera vez que lo hacía y me sorprendí al ver que me quedó bien ya que nunca había tenido una navajilla en mis manos. A mi hermano lo agarré de conejillo de indias y así fue por mucho tiempo”.
Poco a poco mejoró su técnica, por lo que los amigos de su hermano le pedían que los atendiera. Ella comenzó cobrando ¢500.
“Una persona (no dio su nombre) me sugirió que pusiéramos la barbería. Me dijo que yo podía salir adelante y por eso tomé la iniciativa”.
Se tiró al agua el 4 de setiembre del 2015.
"Para empezar teníamos que remodelar y mis compañeras de Saprissa me ayudaron, dormíamos en la madrugada en el local, almorzábamos en el piso, fue un trabajo que se hizo con mucho amor.
“Desde que inicié siempre he tenido el apoyo de mis compañeras y de mi familia, quienes estuvieron conmigo cuando comencé y siempre me alentaron para no dejarlo botado”, afirmó.
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Kimberly se siente muy realizada en su local. Al inicio, sus clientes desconocían que era jugadora de la “S”, pero ahora la mayoría sabe cuándo juega y hasta le mandan mensajes de apoyo antes de las mejengas.
“Los hombres se sienten seguros conmigo, me cuentan sus experiencias. Hay una conexión muy chiva. A veces mis compañeras se vienen a dar una vuelta y tomamos café, es un ambiente muy agradable”.
Durante estos cinco años en el negocio, el más rudo ha sido este, ya que la pandemia por poco le gana uno de los juegos más importantes de su vida.
“Este año ha sido una prueba de fuego, ha sido muy duro, pero por dicha he salido adelante con el negocio ya que es mi ingreso, un todo y el que algo no te genere como lo venía haciendo fue muy fuerte”.
El covid obligó a la joven a cerrar su negocio durante dos meses, tiempo que estuvo más que angustiada, pues no sabía cómo salir adelante.
“Apoyo de la familia fue fundamental”
“En este tiempo que estuve sin trabajar recibí la ayuda de mi mamá, no tenía dinero, ella me ayudó. El dueño del local también me tendió la mano”.
Por día, la jugadora atiende entre 10 y 12 clientes, todos con cita previa.
“No hay nada más lindo que tener a tu familia cerca, es importante el apoyo en las buenas y en las malas. Ellos me han dado seguridad y ayudado a crecer como persona y como profesional”, expresó.
Kimberly divide su tiempo entre el fútbol, su negocio y el estudio.
Se despierta a las 4:30 de la mañana, pues debe entrenar entre las 6 a.m. y las 8 a.m. El resto de la mañana lo dedica a estudiar Contabilidad y Finanzas y al mediodía abre la barbería.
Allí atiende clientes hasta las 9 p.m. y finaliza el día comiendo en su casa, en Sabanilla, en donde vive junto a su mamá Karla, sus hermanos Alberth y Joselyn y su sobrina, Thianny.