El Novelón

Abogado revela en su libro que el caso del sicópata sí fue resuelto

Rogelio Ramírez tuvo que investigar a nicaragüense cuyos restos aparecieron en el Zurquí.

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El abogado y escritor Rogelio Ramírez asegura en su libro, La voz de los muertos, que el sospechoso del asesinato de una mujer y seis menores en La Cruz de Alajuelita, y las demás muertes ligadas al sicópata sí se resolvieron. El temible asesino era un nicaragüense que murió acribillado y sus restos aparecieron el 19 de junio de 1998.

La voz de los muertos habla de varios casos que Ramírez investigó cuando trabajaba como agente del OIJ y otros que ha llevado como abogado.

“Es un libro modesto, pero muy significativo para mí, todo lo que está ahí, cada evento o suceso son hechos reales, experiencias duras, dramáticas y muchas me marcaron como ser humano y en la mayoría quedaron los ofendidos sin una respuesta”, dijo Ramírez.

Uno de los casos más dramáticos fue el ocurrido el 6 de abril de 1986 en el cerro San Miguel, donde está la famosa Cruz de Alajuelita, cuando una adulta y seis niñas fueron asesinadas en una peregrinación a la cruz.

Las víctimas fueron Marta Eugenia Zamora Martínez de 41 años y sus hijas María Gabriela, de 16 años; María Auxiliadora, de 11 y Carla Virginia, de 9; además sus sobrinas Alejandra, de 13 años; Carla María, de 11 y María Eugenia de 4.

Doña Rosario Zamora, hermana de Marta, sobrevivió al ataque que apagó la vida de sus hijas porque se quedó al pie del cerro esperándolas, junto a ella estaba su sobrina Cristina, de 18 años en aquél entonces.

Durante años se ha especulado sobre las causas y la imborrable matanza.

El abogado Ramírez asegura que ninguno de los hombres señalados por ese crimen múltiple (Viruta, Galleta, Tres Pelos y Arnoldillo) estuvo involucrado y para él fue injusto que a dichas familias el OIJ no les diera una respuesta, como tampoco ocurrió con los allegados de otras familias a las que el sicópata llenó de dolor.

El escritor recuerda que a inicios de 1998 le tocó responder, como investigador judicial, una alerta por la aparición de varios huesos en el Zurquí (carretera San José- Limón).

“Se recuperaron varias osamentas de varias personas. Como proceso normal de una investigación lo más importante es identificarlos, una de esas personas halladas fue un hombre de apellido Urbina, un ciudadano nicaragüense, todas las personas encontradas en ese precipicio eran de esa nacionalidad” detalló don Rogelio.

“Conforme avanzó la resolución de su homicidio hicimos la victimología y nos percatamos de circunstancias muy especiales de su historia laboral, trabajó en las filas del Frente Democrático Nicaragüense”.

Perfil del asesino

El perfil de Urbina le permitió a Ramírez establecer que el pinolero vino al país en 1979 y apenas llegando se casó con una tica y se fueron a vivir a Río Azul, en Desamparados. Ese año en Nicaragua los sandinistas sacaron del poder a Anastasio Somoza, pero el conflicto armado iba a recrudecer y se iba a alargar una década al dividirse las agrupaciones armadas y políticas, unas apoyados por Estados Unidos y otras por la desaparecida Unión Soviética (Rusia).

“Él (Urbina) regresó a Nicaragua y al volver a Costa Rica estuvo trabajando como pistero. En 1983 ingresó a la Policía Metropolitana y por su experiencia entra como elemento de seguridad para el presidente Luis Alberto Monge (gobernó 1982-1986)”, dijo el también exagente del OIJ y piloto.

Según algunos investigadores, Urbina se enroló en la guerrilla y en octubre de 1985 entró con tres guerrilleros más, ellos hacían visitas de ayuda humanitaria a los campamentos de ARDE ubicados en las montañas de Alajuelita, precisamente en abril de 1986″, relató Ramírez.

Dos meses después de la masacre, el grupo se desintegró.

Ramírez también reveló que Urbina trabajó en la delegación de la policía en Curridabat, la cual también cubría una parte de Tres Ríos, zona que formó parte del llamado “Triángulo de la muerte”, en la que actuó el sicópata.

Un oficial le contó a los investigadores que a Urbina le dieron una subametralladora M3 y antes de renunciar a la policía reportó esa arma como desaparecida. El calibre era el mismo usado por el sicópata.

“Como no había un registro de las armas no había huellas balísticas, por lo que esa huella no se encontró”, explicó Ramírez.

Edén lo confirmó. Para el escritor fue muy interesante entrevistar al nicaragüense Edén Pastora, el famoso comandante cero y recientemente fallecido, para corroborar que Urbina fue parte de la guerrilla. Pastora luchaba contra los comunistas apoyados por la Unión Soviética.

“Pastora nos dijo recordar perfectamente que a finales del 85 esas personas eran del Frente Democrático Nicaragüense y fueron infiltrados en su grupo guerrillero para poder entrar a Costa Rica e integrarse en la montaña de Alajuelita”, recordó.

“Pastora asegura que ese grupo vino a Costa Rica con la misión de ejecutar un ataque, para afectar la ayuda humanitaria que Costa Rica le daba a ARDE (Alianza Revolucionaria Democrática), el golpe tenía que ser importante para generar resultado (causar efecto entre los ticos), y así fue, después de la masacre ARDE desapareció”.

El abogado asegura que la esposa de Urbina confesó a un periodista que ella sabía que él estaba ligado a esos homicidios. A los investigadores solo les dijo que él hombre salía constantemente de cacería.

“Nosotros presentamos todos los hallazgos en el 2002 al jefe de homicidios en serie, que era el que estaba con el caso del sicópata, él le restó importancia al informe y Gerardo Láscarez, que era el jefe en ese momento porque Jorge Rojas estaba de viaje, convoca a una conferencia de prensa para dar detalles, después de eso Rojas paró la investigación y no permitió que se realizaran más diligencias”, dijo el abogado y escritor del libro Rogelio Ramírez.

Según él, Urbina desapareció en marzo de 1997 y el último crimen del sicópata fue en octubre de 1996. Por el asesinato de Urbina fue sentenciado un hombre de apellido Madrigal, según Ramírez ese hombre tenía una fijación con los nicaragüenses, los buscaba, contactaba, los llevaba al Zurquí, los despojaba de sus pertenencias y les disparaba en la base del cráneo.

“De este libro me motiva decirle a las familias que el caso se resolvió y que sí se supo quién fue, pero que por el jerarca la investigación se detuvo”, dijo el escritor.

El libro cuenta otros casos, entre ellos el del modelo Kahel Ramos, quien fue absuelto por un homicidio en defensa propia, lo curioso es que don Rogelio escribió ese capítulo antes de que se diera la libertad de su cliente, pues estaba seguro del veredicto que darían los jueces.

Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

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