El Novelón

Brazos velludos delataron a violador en serie que atacó a ocho mujeres

Orlando Cubero Vargas fue condenado en el 2010 a 36 años de cárcel por violar a ocho mujeres, muchas menores de edad.

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Ilustración para Novelón sobre violador en serie. Ilustración hecha por Francela Zamora.

Los brazos velludos de un trabajador del campo convertido en violador en serie fueron la clave que llevó a la policía hasta él.

Las víctimas, además de hablar siempre de ese detalle, lo describían como un hombre moreno, de barba y con manos gruesas y callosas. Andaba siempre botas de hule, un paraguas y una cuchilla con cacha hecha de cuerno venado.

Causó terror entre las mujeres de Sarchí, Grecia, Aserrí y Naranjo.

Se llama Orlando Cubero Vargas y entre junio del 2008 y julio del 2009 violó y abusó sexualmente de ocho mujeres, muchas de ellas menores de edad. A todas las amenazó con su cuchilla para obligarlas a entrar a cafetales y cañales donde cometía los crímenes.

El agente del OIJ que estuvo a cargo de este caso, de quien nos reservamos el nombre, recuerda que la descripción tan precisa dada por las víctimas de Cubero fue lo que les permitió desenmascararlo, algo no muy sencillo ya que ante sus parientes y vecinos se presentaba como un hombre incapaz de matar una mosca.

“Era casado, tenía hijos y nietos, se veía como un agricultor común y corriente de la zona. Los vecinos y los familiares no creían que fuera posible que él estuviera detrás de una situación como esa, pero era porque disimulaba muy bien”, detalla el investigador.

El jueves 22 de julio del 2010, Cubero aceptó los 16 delitos de violación y abusos sexuales que le atribuía el Ministerio Público y se sometió a un procedimiento especial abreviado para no ir a juicio.

Recibió una condena de 36 años de prisión, la cual descuenta en La Reforma, en San Rafael de Alajuela.


—  52 años tenía Cubero cuando empezó a cometer las violaciones.

Así atacaba

Aunque tuvo una participación importante en el caso, el agente con el que hablamos no estuvo desde el inicio de la investigación porque lo pasaron a la oficina del OIJ de Grecia a mediados del 2008, cuando ya el violador había atacado cinco veces y las autoridades aún no relacionaban los casos.

“Las violaciones se venían dando en las zonas de Sabanilla de Sarchí, en San Isidro de Grecia, Lourdes de Aserrí; en San Jerónimo, concretamente en el sector de La Puebla, en Naranjo”, recordó el agente.

El investigador y sus compañeros se dieron cuenta que estaban ante los ataques de un violador en serie cuando entrevistaron a las víctimas y estas coincidían en detalles de la forma de actuar del delincuente.

“Ellas fueron abordadas en zonas desoladas, a la orilla de la carretera y cerca de cafetales y cañales. El sujeto se les acercaba y les colocaba la cuchilla en el estómago o en la espalda y luego las obligaba a adentrarse a esos lugares; además, contaron que él llevaba puesta una media panty en la cabeza para cubrirse el rostro.

“Cuando ya las tenía en los cafetales, se quitaba la media panty y era ahí cuando ellas veían que se trataba de un hombre moreno de más de cincuenta años de edad”, explicó.

Luego de cometer las agresiones sexuales, Cubero amenazaba a las víctimas, les decía que no lo siguieran, que debían esperar al menos media hora para irse y que si no le hacían caso, regresaría para hacerles un daño peor.


—  "No nos pareció tan extraño que se quitara la media panty al momento de cometer el hecho, pues él solo la usaba para no ser identificado por alguna persona que pudiera pasar por ese lugar", dijo el investigador.

Característica muy peculiar

Dice el investigador que Cubero no escogía a sus víctimas por una característica física particular, pero sí buscaba que fueran muy jóvenes y que no sobrepasaran los 1,50 metros de estatura pues esto le garantizaba que las iba a dominar fácilmente.

“Yo soy de Naranjo y conozco a tres de las víctimas, en el momento de los hechos eran menores de edad y muy pequeñas; una tenía entre doce y trece años, otra quince y otra dieciocho. Él fue atacando a mujeres de esas edades hasta que avanzó y atacó a la más adulta, que era de unos veintiséis”.

El agente contó que la participación de las víctimas fue clave para resolver el caso porque revelaron detalles muy particulares del violador, como que usaba la misma cuchilla y que siempre andaba con un bolso y un paraguas.

“En uno de los escenarios se ubicó el paraguas porque, según la ofendida, escucharon un ruido y entonces él se fue corriendo y lo dejó botado”, añadió.

Sin embargo, el detalle que más llamó la atención de los agentes judiciales fue un recuerdo de todas las afectadas.

“Todas las víctimas nos decían: ‘es que él tiene unas manos gruesas y unos brazos muy velludos. Cuando tratamos de defendernos de viaje se sentía que era muy velludo’; además señalaron que el sujeto no era mucho más alto que ellas, la diferencia de tamaño no era mucha”, explica el investigador.


—  "En uno de los casos una de las ofendidas fue despojada su enagua, la dejó sola con la blusa, y se la dejó botada más largo para que ella no lo siguiera", dijo el agente del OIJ.

A cazarlo

Con la descripción de un hombre muy velludo que siempre andaba un bolso y un paraguas, el OIJ de Grecia emitió una alerta a las delegaciones de Fuerza Pública de las zonas donde ocurrieron las violaciones.

Esta movida fue clave porque permitió que un oficial, cuya identidad no se dio a conocer, ayudara a la Policía Judicial a identificar al violador en serie.

“Un oficial de la Fuerza Pública de Sarchí nos comentó sobre un fulano vecino de San Pedro de Sarchí al que había visto en Naranjo y Grecia y que tenía características similares a la descripción que se había pasado.

“A él le llamó la atención cuando le consultamos si el tipo este era muy velludo y nos dijo que sí, que especialmente tenía los brazos muy velludos, entonces por ahí nos orientamos y logramos ubicar la casa en la que vivía”.

Después la vivienda fue allanada y en ella encontraron un bolso y una cuchilla igual a la descrita por las víctimas.

“Lo recuerdo como una persona muy pasiva, relativamente tranquila; es más, para el allanamiento ni siquiera dijo que por qué o qué, simplemente se sometió al proceso”, dice el agente.


—  “Nos dimos cuenta que él atacó en varias zonas pero nunca en su lugar de residencia, suponemos que era para no darse a conocer en el lugar”, dijo el agente del OIJ.

Nadie podía creerlo

La detención de Cubero causó conmoción en toda la comunidad, especialmente entre sus vecinos más cercanos y familiares, quienes no podían creer que estuviera detrás de todas esas violaciones.

“Los vecinos nos decían que no creían que él fuera el autor de esos hechos porque era un agricultor que salía a hacer trabajos de jardinería, que se iba de buena mañana y que regresaba tipo cuatro o cinco de la tarde”.

No era de extrañar que los conocidos de Cubero pensaran de esa forma, pues, según el agente, casi pasaba inadvertido porque se veía como un agricultor más.

El OIJ confirmó todas sus sospechas pocos días después de la captura del agricultor, por medio de varias comparaciones de su ADN con las muestras encontradas en las víctimas. Cubero era, sin lugar a dudas, el temino violador en serie.

“Los resultaron de la prueba de ADN fueron positivos con varias de las víctimas, hablemos de unas cinco o seis, el resto lo identificaron por medio de un reconocimiento fotográfico”.


—  Él se movía por las zonas altas de Naranjo, Sarchí y Grecia, que eran muy solitarias, en la mayoría de estos lugares la casa más cercana estaba a unos 100 metros", dijo el investigador del OIJ.
Cuchilla cacha de venado. Foto tomada de Ageagro.

Se rapó

Como parte de la investigación, los agentes debían hacer un reconocimiento físico del sujeto, es decir, llevarlo a una sala aparte para que las víctimas, desde otro cuarto, lo identificaran entre varios hombres que iban a estar junto a él.

Aunque no precisa el día exacto en el que se hizo esa diligencia, el investigador recuerda una situación muy curiosa que se dio con Cubero.

“A él se le trajo desde la prisión y lo que más llamó la atención es que venía con los brazos totalmente rasurados, también se había rasurado la barba y la cabeza, venía como lampiño, y eso le resultó porque no fue reconocido por otras tantas víctimas (no detalló cuántas)”, explicó.

El investigador contó que cuando el caso contra Cubero fue elevado a juicio se dio otra situación que les llamó la atención y fue que cuatro víctimas no quisieron continuar con el proceso penal. Se dieron por satisfechas con saber que iría preso.


—  La víctimas más joven del agricultor fue una jovencita de tan solo 12 años, y la mayor una mujer de 26 años.

“Al final hubo ocho ofendidas que fueron hasta el final del proceso”, añadió el agente.

Cubero finalmente fue condenado a los 36 años de cárcel por las violaciones contra esas ocho mujeres que decidieron llegar hasta las últimas instancias del proceso penal; sin embargo, el investigador no descarta que el hombre hubiera cometido otros hechos con los que nunca fue vinculado.

“Hubo unos siete u ocho casos más que ocurrieron en años anteriores, en las mismas zonas, y no se logró determinar efectivamente que era esa misma persona; nosotros creemos que sí los cometió él”.

Gran satisfacción

El investigador contó que participar en la resolución de un caso tan importante como este lo llenó de orgullo y satisfacción, sobre todo porque pudo llevar justicia a las víctimas, especialmente a aquellas que él conocía.

“Fue una sensación bonita, porque una de las tantas víctimas vivía a 150 metros de mi casa, entonces era de verla todos los días y siempre me preguntaba por el caso, al final a uno le queda la satisfacción de que efectivamente se pudo capturar al tipo este”.

Este caso también marcó al agente, cuenta que hasta aquel momento no había asumido una investigación con esas características y destacó que los hechos cometidos por Cubero también dejaron una triste huella en las comunidades donde se dieron.

“Fue una situación completamente fuera de lo normal, porque esos ocho casos por los que fue condenado se dieron en muy poco tiempo, estoy hablando de junio y julio del 2008 a junio y julio del 2009, en un año eran demasiadas víctimas”, mencionó.

Adrián Galeano Calvo

Adrián Galeano Calvo

Periodista de Sucesos y Judiciales en el periódico La Teja desde 2017. Cuenta con un bachillerato en Relaciones Públicas de la Universidad Latina y una licenciatura en Comunicación de Mercadeo de la UAM. En el 2022 recibió el premio a periodista del año del periódico La Teja.

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