El Novelón

Doña Vina resolvió crimen al ver por una rendija a un hombre matar a su pareja

Hombre golpeó a su expareja, la vistió de hombre y la tiró en la calle

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Una curiosa mujer resolvió un caso de homicidio, que hoy sería calificado de femicidio, cuando por la rendija de una pared observó cómo su vecino acabó con la vida de la compañera sentimental.

Este caso ocurrió el 12 de agosto de 1955, en el barrio Lomas de Ocloro en San José, esta comunidad queda cerquita del barrio Naciones Unidas, por donde está el Centro Comercial del Sur.

En aquellos tiempos no existían todos los recursos de ahora para encontrar huellas y evidencias, los oficiales se la jugaban más que todo con lo que les podían contar los testigos.

Alicia Rodríguez López, de 23 años, era una mujer muy bonita que vivía en esa pequeña comunidad, en la que había pocas casas, en su mayoría muy humildes.

Durante el día ella trabajaba en una lavandería llamada El Yoyo, en las noches se ganaba una extrita en un bar (ahora prostíbulo).

Su patrón era su pareja, Germán Hidalgo Esquivel, padre de una de sus dos hijas, con quien vivía en medio de peleas y malos tratos.

Según datos del periódico La Nación de 1955, el hombre le decía que si lo dejaba la iba a asesinar, ella estaba cansada de tener que trabajar tanto durante todo el día y además de que le pegaba cada vez que quería.

Por lo que ese 12 de agosto, la mujer decidió irse a vivir con una hermana, pero en la tarde Germán llegó a buscarla y logró convencerla de que se fueran para la lavandería que también era la casa de ambos. El hombre le juró que era solo para que conversaran.

Sin embargo, los minutos de paz y las promesas se esfumaron rápido porque durante varias horas se escucharon las discusiones entre ellos, el hombre se negaba a tener que ayudarla a mantener a las niñas y a que ella dejara de trabajar, pues Alicia quería dedicarse a sus chiquitas.

El hombre levantó su pierna y con la punta de acero de unos finos zapatos que andaba la pateó en el estómago, Alicia cayó en el suelo y al verla indefensa con el puño cerrado le pegó hasta dejarla inconsciente, después le quitó la ropa para limpiarle las heridas y la echó a lavar.

Alicia no se movía, Germán estaba seguro de que la había matado, pero cuando entró en “razón” empezó a caminar de un lado a otro desesperado, pensando qué hacer.

La mujer se había llevado todas sus pertenencias para la casa de su hermana, por lo que Germán vio una ropa que había dejado uno de sus mejores clientes para que se la lavaran y aplancharan, así que agarró una camisa tipo guayabera, un pantalón y se los puso a Alicia.

El hombre cargó a la mujer en sus brazos y la tiró en la calle del frente, buscó un teléfono y avisó que había un hombre herido, que él iba para su casa y lo encontró ahí. Él quería simular que un carro atropelló al supuesto “caballero”.

Germán se subió a la ambulancia para no abandonar a la supuesta persona que encontró porque le daba mucho pesar encontrarlo tirado.

Huyó

En el camino al Hospital San Juan de Dios, la mujer logró reaccionar y con sus ojos abiertos miró para todos lados durante algunos segundos, al ver al cruzrojistas le dijo: “Él me pegó, me trató de matar”, después de escuchar eso, Germán abrió la puerta de la ambulancia y se tiró, corrió como alma que lleva el diablo.

Cuando los socorristas llegaron al centro médico avisaron a la Guardia Civil sobre lo ocurrido, durante tres días Alicia trató de vencer las lesiones; sin embargo, falleció pese a los esfuerzos de los doctores.

Antes de morir los personeros de la Alcaldía Cuarta de lo Penal llegaron a hablar con la joven madre y ella en medio de su gravedad pudo contarles lo ocurrido.

“Yo tenía un tiempo de vivir con él, llegamos a una situación en que era imposible seguir trabajando para él. Se empezó a poner violento, anoche me agarró a empujones, manotazos y puntapiés por todo el cuerpo”, declaró la mujer el 15 de agosto horas antes de morir, dicha declaración fue publicada en los medios de la época.

En la radio las noticias informaban sobre el horrendo crimen cometido contra la mujer, y la gran indignación porque el sospechoso vistió de hombre a su pareja para encubrir el crimen.

Los oficiales empezaron una cacería policial para tratar de encontrar a Germán, pero parecía que había desaparecido. El alcalde Lizano Molina mandó un telegrama con la orden de que donde lo vieran los detuvieran inmediatamente.

Pasaron 4 días, hasta que el 19 de agosto el hombre se entregó en el Juzgado Penal Tercero, él aseguró que vio que en los periódicos decía que lo estaban buscando por la muerte de Alicia.

“Yo a Alicia la quería por ser la madre de mi hija, y de otra que yo quería como mi hija. Yo no la maté sería incapaz. El día de los hechos, ella llegó en un camión con un ojo morado a reclamarme que yo estaba en mi apartamento con otra mujer”, dijo Germán.

Al sospechoso lo llevaron al apartamento, pero en ese sitio todo estaba limpio y ordenado, Germán hasta se consiguió un testigo.

Testigo salvó caso

Aunque existía la declaración de la víctima, los oficiales no tenían ninguna prueba contra él, pese a que buscaron a muchos testigos para saber lo ocurrido.

Doña Ana era la vecina de la pareja, muy famosa en el barrio porque siempre estaba a la ventana viendo que pasaba, (su apellido no trascendió en el expediente pues así ella lo pidió al alcalde).

La curiosa mujer relató el 3 de octubre de 1955, dos meses después del asesinato,lo que vio y escuchó el 12 de agosto. La mujer no se guardó nada y se convirtió en la testigo estrella.

Ella le dijo a los oficiales que pudo ver una rendija de la pared que dividía los dos casas.

Doña Ana aseguró que todo el pleito se debió a que la mujer ya no quería trabajar, sobre todo en el bar.

“Ella le decía que era una sinvergüenza, que ella quería que le diera pensión para la chiquita y él le decía que no y fue cuando se armó el pleito, le gritaba ‘chuchinga’”, declaró la señora.

Doña Ana contó que Germán pateó a su mujer, hasta que la hizo sangrar y que la víctima herida decía, “este me va matar”.

La vecina dijo en su declaración que el hombre poco después de darle la paliza a la mujer, salió de la casa y ella le preguntó a Germán por qué Alicia se quejaba, y le respondió que le dolía el estómago.

“Yo le dije que le pusiera una bolsa de agua caliente, pero me dijo que no tenía. Le dije que le comprara manzanilla y le diera pero me contestó que no, ¿que para qué?”, dijo.

Ella fue testigo desde la rendija de cómo la vistió y la tiró en la calle.

“Cuando ya pasaron varias horas de lo que pasó, él regresó al apartamento con otro hombre y yo pude ver como limpiaron todo y la ropa de ella la metió en un tarro”, declaró doña Ana.

Los oficiales confirmaron que la casa de la señora tenía una rendija desde la cuál la señora vio todo lo que ocurrió.

A Germán no le sirvió ninguna de sus coartadas, un juez lo declaró culpable y tuvo que descontar 25 años de cárcel.

Historia de barrio

Del crimen de Alicia han transcurrido 66 años, en aquella comunidad ahora hay más viviendas, la mayoría de los lugareños no recuerda lo ocurrido; sin embargo, Angela Matarrita, conoció la historia por su abuelita Fina Matarrita, quien ya falleció.

“Mi abuelita fue de las primeras personas en vivir aquí, ahora soy yo la que heredé su casa, ella falleció a los 92 años en el 2014.

“Viera que mi abuela sí recordaba con mucha nostalgia ese caso, hasta que falleció tuvo una mente muy lúcida. Mi abuela contaba que la muchacha, Alicia, era una muchacha preciosa que tenía un pelo negro y largo, siempre andaba muy arreglada, los señores se le quedaban viendo”, dijo Angela.

Angelita, como la conocen sus allegados, asegura que su abuelita no solo conocía a Alicia sino también a Ana.

“Decía mi abuela que el señor mató a la muchacha porque no quería que ella dejara de trabajar, la hacía pasar día y noche trabajando y cuidando a los hijos y además lo atendía a él, eso era común antes, los hombres mandaban a las mujeres y les pegaban.

“Abuela decía que a la muchacha se le veía la carita triste, la gente estaba muy indignada en aquella época, él anduvo varios días como si nada pensando que no iban a poder meterlo preso, pero Ana fue la testigo que vio todo y los vecinos le metieron carbón para que acusara al señor y así lo metieran preso”, dijo Angela.

La señora asegura que después de eso nunca más supieron del hombre, sus negocios se fueron a la ruina.

”A él lo metieron en la Penitenciaría, mi abuela, mi mamá y yo siempre tuvimos la duda si cumplió con toda la pena o si murió joven o viejo, para mí ese ha sido como el crimen más impactante aquí, se han dado balaceras y robos, también situaciones de droga y operativos de la Policía, pero como lo que le pasó a esa muchacha no recuerdo”, dijo la vecina.

Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

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