El Novelón

¡Justicia divina! Asesinato de taxista nunca fue resuelto, pero sospechoso paga por otro crimen

La víctima fue asesinada en Herradura hace 12 años y autoridades no encontraron evidencias para ligar de manera directa al único sospechoso

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Carlos Guzmán Bonilla luchaba por su familia y para hacerlo contaba con dos herramientas: sabanero y taxista, pero esta última lo llevó a la muerte al ponerlo de frente, al menos, dos delincuentes quienes lo asaltaron y le quitaron la vida. Aunque el principal sospechoso nunca fue condenado por este asesinato, cumple una sentencia de 50 años de cárcel por otro caso.

Las autoridades, que tuvieron la ayuda de una mujer con poderes paranormales para dar con el cuerpo, manejaron la versión de que dos hombres le pidieron un servicio a Guzmán y serían los responsables de la mortal agresión; los investigadores siempre sospecharon de uno de apellidos Gamboa García, pero no hallaron pruebas suficientes para acusarlo.

Han pasado 12 años del mortal ataque y tanto doña Blanca Solís, viuda de Guzmán, como sus hijas Karla y Katherine confían en la justicia divina.

Han pasado 12 años del mortal ataque y tanto doña Blanca Solís, viuda de Guzmán, como sus hijas Karla y Katherine confían en la justicia divina.

“Mi mamá es muy creyente de Dios, ella nos dice que esa justicia se la tenemos que dejar a él y que no somos nadie para no perdonar, pero en mi caso no puedo decir que los odio (a los atacantes) porque no se puede vivir así, pero no los perdono porque nos arrebataron todo, él era nuestro mundo”, expresó Karla.

Don Carlos fue asesinado el viernes 31 de julio del 2009, su cuerpo apareció la mañana del día siguiente en una calle que comunica Herradura con Quebrada Ganado, en el Pacífico Central del país, estaba amarrado a un árbol de pies y manos.

A él le robaron las ganancias del día, las pertenencias y el carro que usaba para llevar el sustento al hogar.

Uno de los sospechosos de su muerte, fue Gamboa García, de 63 años, a quien le encontraron pertenencias de don Carlos Guzmán, pero estas no fueron suficientes para acusarlo de homicidio, solo lo relacionaban al delito de receptación (adquirir artículos de dudosa procedencia).

Gamboa García nunca aceptó que participó en el asesinato del taxista, pero para los judiciales él estuvo vinculado.

Hace 15 días les contamos en La Teja que este sujeto está encarcelado por cometer el asesinato de dos ancianas, los cuales negó hasta el final, pero el OIJ de Orotina le encontró pruebas de peso en su contra.

Las víctimas fueron Sofía Huerta Orellana, de 69 años, quien fue hallada sin vida el 25 de mayo del 2011 en una plantación de mangos del barrio Jesús, en Orotina y Margarita Vásquez Vásquez, de 74 años, cuyo cuerpo fue encontrado el 20 de noviembre del 2011 en Mollejones, en Coyolar de Orotina.

Los judiciales que llevaron el caso del taxista agradecieron la sentencia contra el pinolero por la muerte de las adultas mayores, porque aunque no pudieron demostrar su culpabilidad por el taxista, consideran que sí tuvo participación sobre todo al tener las pertenencias de la víctima.

“Sabemos que de cierta forma hubo justicia y no le hará daño a otras personas”, dijo Karla, la hija.

Se despidió de hijas

Karla y Katherine recuerdan el último día que vieron a su papá con vida como si hubiese sido ayer.

Para ese entonces Karla tenía 20 años y era mamá de un niño de 2 años, mientras que Katherine tenía 14 años.

“Mi sobrino (hijo de Karla) eran los ojos de papi, él siempre le pedía cosas para desayunar, por ejemplo, un jugo y una galleta, entonces nuestro papá siempre se los traía, pero ese día en vez de traerlo nos llevó al súper, papi andaba muy alegre.

“Llegando a la casa, me bajé del carro y él tenía que irse a trabajar, pero antes de irse le dio un beso a mi sobrino, casi se lo come todo; luego me agarró la mano y me dijo ‘sepa que la voy a amar sobre todas las cosas y siempre vamos a estar muy bien’”, recuerda Katherine.

Esas palabras marcaron a la entonces adolescente, porque su papá era muy poco expresivo, aunque siempre les demostró de otras maneras lo mucho que las quería.

Karla, por su parte, tiene en su memoria el ‘hasta luego’ que le dio su papá con la mano cuando ese día, ella iba para el trabajo.

“El día que lo mataron había competencia de surf en esta zona, era mucho el turismo y recuerdo que el bus en el que iba llegó hasta una parada y no avanzó más por la presa que había, entonces tuve que bajarme, cuando iba caminando, me lo topé y con su mano me saludó a lo largo, luego para la tarde el pasó por mi trabajo y me pitó; no fue una despedida de palabras, pero sí se despidió de alguna forma”, dice la hija.

Con la esposa, doña Blanca, no tuvo una despedida, más bien fue el día que menos compartieron debido a la ajetreada jornada que tuvo el taxista.

“La rutina de mi esposo era levantarse muy temprano, se iba a trabajar y a las ocho de la mañana llegaba a la casa a desayunar, esa vez como tenía muchos clientes por el mundial de surf, llegó a comer hasta las once de la mañana, me dijo que no vendría a almorzar, sino que lo haría como a las tres de la tarde”, recordó la esposa.

Así lo hizo, regresó, pero llegó buscando al nieto, quien estaba dormido, por lo que se le quedó viendo, luego tomó agua y se fue.

Guzmán acostumbraba llevarse por las tardes a su hija Katherine para que lo acompañara con los servicios, pero ese día no lo hizo.

“Ahora lo agradezco porque sino no estuviera aquí”, mencionó la muchacha.

A este taxista no le gustaba trabajar de noche y si por alguna razón le tocaba, procuraba que sus clientes fueran personas conocidas.

A las 7 de la noche acostumbraba pasar con su familia, pero nunca llegó, a las 8 p.m. su familia lo llamaba y no contestaba .

“Pensaba que como había mucho trabajo quizás se había quedado varado, pero a las nueve de la noche, ya comenzamos a llamar a todos los conocidos para ver si alguien lo había visto porque no era normal que no se comunicara, horas después su teléfono salía apagado”, recordó la esposa.

En Herradura todo el mundo lo comenzó a buscar pero no había rastro.

Síquica les ayudó

Fue hasta que una vecina de la familia que dice ser síquica dijo que en una visión vio a Carlos Guzmán cerca de una montaña roja en una de las entradas de la comunidad.

“La síquica iba para la clínica y de camino queda la Policía de Tránsito, lo que ella contó es que en una visión vio que papi estaba entre Herradura hacia Quebrada Ganado, solo veía una montaña roja, ella decía que buscaran en todas las entradas”, y por ella comenzaron a buscar en esa zona y fue hallado sin vida”, recordó Karla.

Fue encontrado el sábado 1 de agosto del 2009, a las 11 a.m. Karla intentó ir a reconocerlo, pero no las dejaron entrar para que no viera cómo fue atacado.

Debido a la condición en la que se encontraba el cadáver no lo pudieron velar, les entregaron el cuerpo en bolsa y sellado dentro de un ataúd la tarde del domingo 2 de agosto, ese día lo sepultaron en Jacó.

Años difíciles

Con el asesinato de don Carlos Guzmán, su esposa sintió que el mundo se le vino encima; ella tiene una discapacidad en la cadera y la rodilla derecha, por lo que le cuesta caminar, su esposo era el principal sostén.

“Dependía de él para todo, con la muerte nos dieron una pensión y con eso pudimos salir adelante, pero no fue lo mismo porque siempre fue muy responsable y se preocupaba por todo lo de nosotras, en ese momento sentí que había caído en un hueco y no podía salir”, dijo doña Blanca.

El nieto de don Carlos, el hijo de Karla, siguió durante mucho tiempo preguntando por el abuelo.

“Mi hijo siempre que se levantaba preguntaba por mi papá, pues también lo veía como un padre y para nuestro papá este nieto eran su todo, podía dejar botado a cualquier cliente, menos el nieto, a los días del entierro mi hijo seguía preguntando por él, mi mamá primero le decía que andaba haciendo un viaje muy largo, pero siguió preguntando, entonces mi mamá le dijo que papi siempre iba a estar en el corazoncito de él, mi hijo dijo que se iba abrir el corazón para verlo”, recordó con nostalgia Karla, al repasar los día de tristeza.

El nieto ya es un muchachón de 14 años y casi no recuerda esos momentos de cercanía con su abuelo.

La familia guarda como tesoros las cositas de don Carlos.

“Mi mamá tiene ropa de mi papá, mucha la regaló, pero otras las guardó con mucho cariño, ella en cada aniversario de muerte saca esa ropa, la lava y la vuelve a guardar”, dijo la hermana.

Doña Blanca nos contó que conoció a su esposo cuando tenía 13 años.

“Fue amor a primera vista y eterno, nos casamos cuando yo tenía 27 años y desde otro sitio creemos que está bien, en paz, también nos cuida”, dijo la esposa.

Alejandra Morales

Alejandra Morales

Bachillerato en Periodismo en la Universidad Internacional de las Américas y licenciada en Comunicación de Mercadeo en la UAM. Con experiencia en temas de sucesos y judiciales.

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