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A joven no le dolió vender lo más preciado que tenía para pagar su carrera universitaria

Angie Muñoz Ramírez es un claro ejemplo de que cuando se quiere, se puede

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Angie Muñoz Ramírez
Angie Muñoz Ramírez nunca se dio por vencida.Cortesía (Angie Muñoz Ramírez/Angie Muñoz Ramírez)

Angie Muñoz Ramírez tenía claro que ningún sacrificio era demasiado cuando se trataba de su futuro. Por eso, no dudó en vender lo que más estimaba para poder costear su carrera y cumplir su meta de graduarse como ingeniera industrial.

Y es que su historia es prueba de que, cuando hay determinación, no hay obstáculos imposibles.

La Teja contactó a Angie, ya que la Universidad Fidélitas, cuando ella se graduó, compartió que pudo concluir su educación gracias a su determinación y esfuerzo a la hora de trabajar para su sueño.

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Angie Muñoz Ramírez emprendía para costear su carrera. Cortesía (Angie Muñoz Ramírez/Angie Muñoz Ramírez)

“En el 2020 concluí mi etapa de colegio y uno siempre quiere estudiar, entonces en el 2021 decidí estudiar Ingeniería en Sistemas, para ese año mis papás me ayudaron a pagar la carrera de la cual solo lleve dos cuatrimestres, pero con el corto tiempo me di cuenta de que eso no era lo que quería estudiar”, comentó.

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Angie Muñoz Ramírez desde pequeña soñaba con lo propio. Cortesía (Angie Muñoz Ramírez/Angie Muñoz Ramírez)

La joven, vecina de San Ramón de Alajuela, se pasó de carrera, pero esa decisión le costó mucho, porque sentía que sus papás se iban a enojar por lo que ya habían pagado.

“Topé con la suerte de que me apoyaron y fue ahí cuando tomé la decisión de pasarme a Ingeniería Industrial, y la verdad estaba más a gusto”, dijo.

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Angie Muñoz Ramírez vendía comidas y ropa. Cortesía (Angie Muñoz Ramírez/Angie Muñoz Ramírez)
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Angie Muñoz Ramírez le siguió los pasos a su papito. Cortesía (Angie Muñoz Ramírez/Angie Muñoz Ramírez)

Pero para esta emponchada y su familia, no todo fue fácil, pues empezando el 2022, tuvieron problemas personales y perdieron el negocio familiar (un dormicentro) que tenía su papito con el cual la ayudaba a costear sus estudios.

“La pérdida fue por completo, solo nos quedamos con el salario de mi mamá. Entonces estaba la opción de sacar un préstamo o ver de qué manera salimos adelante para pagarme los estudios”, afirmó.

Angie Muñoz Ramírez
Angie Muñoz Ramírez se graduó recientemente. Cortesía (Angie Muñoz Ramírez/Angie Muñoz Ramírez)

Buscando soluciones, decidió vender comidas, como picadillos de arracache y papa, pero no solo eso, también se iba para la feria de Las Pulgas a vender ropa de segunda mano y emprender en el tema de cojines ortopédicos, ya que según contó, tiene conocimiento en el tema.

“El primer negocio de mi papá tenía que ver con el tema de descanso, entonces empecé a emprender por ese lado, y como estaba llevando un curso de emprendedurismo, eso me dio nuevas estrategias para emprender con una página llamada: Dulces sueños. Y así fue como todos esos emprendimientos me llevaron a concluir el bachillerato de la universidad”, agregó.

La ramonense recordó que cuando emprendió fue difícil, pero confesó que donde la pasó mal fue cuando vendía ropa ya que tenía que madrugar días antes para agarrar ficha y campo.

“Era topar con suerte a ver si le daban una ficha y espacio. Recuerdo ver mi ropa acomodada y bonita, todo para lograr la meta de pagar la mensualidad de la universidad”, agregó.

La ropa que la ingeniera vendía se la regalaban, pero también iba a las americanas, para comprar y revender.

“Vendí cosas mías, me metía al cuarto y decía: ‘esto lo puedo vender’. Los bolsos que tenía de marca los vendía en 3 mil o 4 mil colones, regalaba todo, pero era la necesidad de momento, y ahora que lo pienso les hubiera sacado más provecho”, dijo.

Muñoz detalló que después de emprender, a ella y a su papá les apareció una oportunidad única, retomar otro negocio de descanso en San Ramón centro.

“Ahorita estoy trabajando junto a mi papá, pero también estoy buscando una oportunidad más relacionada a lo que estudié, eso sí, sin dejar de lado el tema de emprendimiento y el trabajo propio”, agregó.

A Angie, quien lleva desde el 2020 emprendiendo, le consultamos que cómo hacía para complementar el trabajo con el estudio y agregó que ella no desperdicia tiempo y que cada vez que puede en su ratos libre aprovecha para adelantar trabajo.

“Ahorita como estoy llevando la licenciatura en Ingeniería Industrial, la cual dura un año. En los ratos libres adelanto todos los trabajos y en las noches las agarro para estudiar, una de las ventajas es que recibo clases en línea y eso me permite ver las clases en el momento que más me funcione”, agregó.

Para esta ramonense su papá ha sido un gran ejemplo ya que ella le ha seguido los pasos.

“Mi papá empezó a emprender, pero yo desde pequeña decía que quería tener mi negocio propio. Al inicio da miedo porque uno tiene un salario fijo y va depender de cómo estén las ventas del mes, pero aquí es donde la perseverancia, constancia y estrategias es lo que marca la diferencia, entonces literalmente sí le sigo los pasos a él”, dijo.

“Mi familia nunca me dejó de apoyar, y siempre fue clave fundamental en este proceso. Se sienten orgullosos y el día de la graduación me lo recordaron, porque nunca vieron que me rendí y más bien siempre me aportan ideas para crecer”, dijo.

A pesar de que busca una oportunidad en lo que estudió, Angie sueña con ponerse un restaurante, algo diferente.

La joven aprovechó el espacio y le mandó un mensaje a aquellos que aún no se animan a dar el primer paso de emprender.

“No tengan miedo, busquen algo que les apasione, cuando a uno le gusta lo que hace, le transmite eso a los clientes y se ve reflejado, sean perseverantes, el mundo del emprendedor es de altas y bajas, pero de eso se trata, de no renunciar sino buscar estrategias para seguir creciendo”, concluyó.

Fabiola Montoya Salas

Fabiola Montoya Salas

Periodista de Empleo Costa Rica, bachiller en periodismo de la Universidad San Judas Tadeo.

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