Farándula

Amanda Moncada: “En la farándula todos son unos limpios”

La empresaria hace una pausa en su corre corre y habla sin tapujos

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Amanda Moncada celebra 26 años en el negocio de la moda por todo lo alto y con nuevos retos profesionales.

La empresaria inauguró el jueves una tienda que lleva su nombre en Lincoln Plaza, Moravia, donde logró reunir a muchas faranduleras que han sido clientas fieles desde que abrió su primer local.

Aprovechamos la ocasión para conversar con Amanda de este aniversario, de moda y de su amor por la farándula. Solo puso una condición para la entrevista: que la llamáramos muy temprano, antes de que empezaran sus carreras diarias.

La conversación deja claro que Amanda es una apasionada de lo que hace y que no tiene pelos en la lengua.

–¿A qué hora se despierta todos los días?

A las seis de la mañana, soy tempranera, pero antes no lo era.

–¿Que la hizo cambiar?

Que antes no iba al gimnasio y desde que comencé a hacer ejercicio me levanto temprano. A las siete de la mañana estoy en el gimnasio, hago una hora porque tampoco voy a exagerar a estas alturas de la vida (risas) y hasta tengo mi propio reto de plancha.

–Las planchas son rudas, ¿por qué comenzó el reto?

Una de mis hijas escuchó que la cantante Cher, que tiene como 73 años, dijo que ella hacía cinco minutos de planchas, que eso era todo lo necesario para mantenerse sana, así que comencé con el reto.

–¿Y ya alcanzó a Cher con los cinco minutos?

(Ríe a carcajadas) Solo he llegado hasta tres minutos. Es que es realmente duro.

–Muchas personas la conocen, pero quizá no saben cómo empezó en el negocio de la venta de ropa. ¿Cómo inició?

Como nos salen las cosas a todos, de repente. A una tía de mi esposo (que vendía ropa) se le fue una compradora y me pidió que le ayudara. Acepté porque desde antes tenía una relación con la moda, tenía mi propio estilo y me gustaba mucho todo eso de la ropa. Mi esposo y yo vivimos en Nueva York, luego en Miami, y eso me ayudó mucho a ver el mundo de la moda. Yo mandaba las cajas de ropa.

Luego, cuando vivimos en El Salvador, vendía ropa por encargo y la enviaba a otros países, a Colombia, a Argentina, pero en ese momento solo era un hobby.

–¿En qué momento dejó de ser hobby y se convirtió en negocio?

Mi esposo trabajaba en una petrolera y en una de esas crisis se quedó sin trabajo. Fue un momento difícil, pero me fortalecí. Yo ya sabía que la venta de ropa es un negocio que responde. Fue cuando decidimos abrir el primer local en el mall San Pedro.

–¿Recuerda cuánto invirtió para empezar?

Creo que eran como mil dólares, no recuerdo bien, pero entonces ese monto era un platal, pero además había que pagar mil y resto de dólares por el local.

–¿Qué fue lo más difícil de ese inicio?

Aprender el negocio, saber cómo tratar con los empleados, las compras, los flujos de caja, todos esos primeros fallos que son necesarios para crecer y fortalecerse.

–¿Hubo un momento en el que dijo “¡la pegué!”?

Nunca lo he pensando, siempre estoy atenta porque no se puede estar seguro de nada en la vida. Me pasó que al abrir en el mall San Pedro quería cubrir más áreas, entonces abrí en Alajuela, pero no funcionó, todo era igual, pero no pegó. Y es que el comercio está ligado a la economía, por eso digo que estos años han sido como una montaña rusa.

–¿Por qué abrir esta nueva tienda en Lincoln Plaza si ya tiene otras?

Es una muy buena oportunidad, me encantó la oferta. Me gusta tener un proyecto, creer en él y trabajarlo. Me gusta desarrollar ideas y esta tienda viene más depurada pensando en acercarnos a lo juvenil y con precios muy accesibles.

–¿Alguna vez ha pensado en salir por completo del negocio?

Sí, lo he pensado, (carcajadas) después de tanto garrotazos uno se pregunta: ‘¿qué estoy haciendo acá?’. Pero pienso que esto es como un hijo y uno no puede dejar botados a los hijos, así que en esos momentos difíciles tomo energía para crecer.

–Además de ser exitosa con las tiendas, usted logró meterse en la farándula nacional, ¿cómo hizo?

Como viví en otros países tenía otra mentalidad de la moda distinta de la que había aquí. Me encanta el show y cuando abrí en el mall San Pedro comencé a hacer muchos desfiles, así comenzó esa cercanía con los medios.

–¿Y cómo es su relación con la farándula?

Amo la farándula (carcajadas), somos como una hermandad. En los tiempos de mis inicios estaba la llamada “avioneta set” y la gente me llegó a preguntar que cuánto había que pagar por ser miembro, para ser parte de todas esas fiestas y esas cosas.

La gente me dice que en la farándula y en los medios ganan bien porque los ven que cambian de carro cada nada y lo que les digo es que no se crean nada (carcajadas), que todos son unos limpios (carcajadas). Después de los eventos todos tienen que ir a trabajar porque en el medio no se gana bien, es difícil. Yo le digo una cosa: la gente adinerada de este país no anda en Facebook ni Instagram, esos andan en otro lado.

–¿Qué le diría la Amanda de ahora a la Amanda inexperta empresaria de hace 26 años?

¡No sabe lo que le espera! (carcajadas) Y es que el se mete a jugar, aguanta.

–¿Ha prestado ropa a alguna famosa y nunca se la devolvió?

No, todas son muy decentes. Pero hasta eso ha cambiado, antes ellas lo buscaban a uno, más bien ahora ellas te ayudan con la cosa de la promoción por redes sociales.

–¿Cuáles son tres cualidades necesarias para mantenerse en el negocio?

Persistencia, trabajadora y tener mucha fe.

–¿Qué moda definitivamente no le gusta?

Detesto los pantalones rotos, no aportan nada. (Las personas) se ven mal arregladas.

–¿Qué color nunca usa?

El fucsia no me gusta, no me queda bien.

–¿Tiene alguna prenda comprada hace muchos años que todavía use?

Tengo dos vestidos negros de diseñador de hace como treinta años. Son sencillos pero muy cómodos, me quedan perfectos, hechos a la medida. Y son el mejor ejemplo de que uno debe tener algo que sea muy bueno porque dura mucho.

–¿Compraría ropa o accesorios muy caros?

No creo.

–¿Cuáles son las costarricense conocidas con más estilo?

Me gusta Claudia Dobles (primera dama de la República), Dyalá Jiménez Figueres (ministra de Comercio Exterior) y doña Rocío (Aguilar, exministra de Hacienda).

–¿Qué critíca cuando se topa con alguien?

Soy muy despistada, con esta historia que le voy a contar le voy a decir todo. Un día estaba en una de mis tiendas, me acerco a una señora y le pregunto si necesita ayuda y ella me responde: ‘Doña Amanda, yo soy su costurera y ya me ha preguntado dos veces si necesito ayuda para comprar algo’, (carcajadas). En realidad no critíco, me gusta más bien dar consejos.

–Entonces cambiemos la pregunta, ¿qué aconseja?

Lo hago mucho en las tiendas porque llegan muchas mujeres con el autoestima pisoteada y que no se aman ni se aceptan como son. Aprovecho para darles una lección, que se busquen internamente, porque si se sienten bien con ellas, cualquier ropa que se pongan va a proyectar esa seguridad y esa felicidad.

Ileana Vargas

Periodista de espectáculos con 10 años de laborar en Grupo Nación.

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