Farándula

Cantante tico a hijo herido: ‘¡Ernesto, usted no nos puede dejar!’

Gilbert Marín cuenta cómo después de hacer una oración a la Santísima Trinidad su hijo volvió a la vida

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Gilbert Marín, dueño del grupo Indio, asegura que su fe y rezar la oración de la Santísima Trinidad que le enseñó un desconocido cuando él era pequeño, hicieron el milagro de que su hijo Ernesto sobreviviera a un accidente de tránsito que lo tuvo en coma varias semanas.

Gilbert, vecino de Jaris de Mora, es muy querido y conocido en el medio farandulero porque desde hace 16 años la pulsea con la agrupación. Tiene cinco hijos, Ernesto es el cuarto.

Marín recuerda cada detalle de lo que ocurrió la madrugada del 27 de julio del 2015, cuando la desgracia se metió en el que se suponía iba a ser un tranquilo regreso a su casa.

El músico conversó con La Teja sobre lo vivido aquel día y sobre lo que la familia debió enfrentar por meses mientras su hijo luchaba por sobrevivir en el hospital San Juan de Dios.

-Cuéntenos, ¿qué fue lo que pasó aquel día?

-Veníamos de tocar en el salón comunal de Turrubares porque eran las fiestas patronales, era medianoche. Como de costumbre cargamos el camión, yo venía con mi esposa, Dunia Alpízar, mi hija menor, Allison, y dos muchachos más que me ayudaban siempre a cargar el camión con los instrumentos después de cada toque.

-¿Su hijo Ernesto no estaba con ustedes en la presentación?

-Él había llegado al salón aparte, en otro carro mío, cuando terminó la actividad él se fue para la casa.

-¿Qué ocurrió cuando terminaron de cargar el camión?

-Cuando veníamos de camino noté que algo andaba mal con el camión, tenía un ruido raro y comencé a batallar para intentar llegar a la casa. Yo escuchaba un ruido extraño en el motor, pero como estábamos a unos seis kilómetros de la casa, relativamente cerca, seguí batallando con el camión para intentar llegar lo antes posible, más que ya era la madrugada. Cuando veo que la cosa no va bien es cuando llamo a Ernesto.

-¿Para qué lo llamó?

-Ernesto ya había llegado a la casa porque él se había ido antes en otro carro que teníamos. Yo le digo: Véngase, tráigase la Pathfinder para que me lleve remolcado porque se me quiere apagar el camión! Ernesto llegó, pero al final le dije que se llevara a la mamá y a la hermana a la casa. Y de nuevo se devolvió a toparme.

-¿Cómo ocurrió el accidente?

-Ernesto regresa, yo le digo que agarre el camión y que yo me llevaba la Pathfinder. A unos ochocientos metros de llegar a la casa, veo que el carro va muy rápido y se hacía de un lado para el otro, como si lo llevara un borracho. En ese momento sentí una cosa tan rara. Y al segundo pegó con un paredón, dio dos vueltas. El cajón voló, no quedó nada (del cajón), la cabina quedó boca arriba y donde iba dando vueltas iba saliendo aquel chispero. Imagínese lo que es ver eso y uno no poder hacer nada...

-¿Cuál es la escena que se encuentra cuando por fin puede ir a ver qué pasó?

-Ninguno de los tres chistaba, imagínese lo que pensé. A Ernesto lo saqué por la ventana, él me dijo que estaba bien y luego saqué a los otros dos muchachos. Cuando voy otra vez a ver cómo estaba Ernesto, le meto la mano como por la espalda y siento empapada la mano, eran los borbollones de sangre que le salían de una nalga porque una lata lo había cortado cuando el carro dio vueltas. Ahí fue peor mi angustia.

-¿Por qué?

-Ernesto estaba muy mal. Lo acosté en mis regazos, se le fue la luz y puso los ojos en blanco. Yo pensé lo peor y fue cuando me acordé de la oración de la Santísima Trinidad.

Le dije: ¡Ernesto, usted no nos puede dejar! ¡No me haga eso! Volví a ver al cielo y comencé a hacer la oración de la Santísima Trinidad y le dije a Dios: ¡Haga lo que quiera conmigo, pero no con Ernesto, que tiene toda una vida por delante! Ya en ese momento Ernesto no reaccionaba, estaba con los ojos parados, pasó un lapso luego de hacer la oración y abrió los ojos y me dijo ¡Yo estoy bien, solo me dormí un ratico!

-¿Cuando lo llevaron al hospital que les dijeron los médicos?

-La ambulancia se lo llevó al CAIS, pero estaba tan mal que lo trasladaron casi de inmediato al San Juan de Dios. Los médicos nos dicen que tiene perforados los pulmones, por eso no podía respirar bien y además tenía desprendimiento de un riñón y quebrado el fémur de la pierna derecha.

-¿De donde nació esa fe suya por la Santísima Trinidad?

-Viera qué cosa. Esa oración me la enseñó un señor que se llamaba Víctor Azofeifa, recuerdo que andaba a pata pelada, yo estaba en sexto grado y ese señor me dijo que me la tenía que aprender porque en los momentos más difíciles tenía que rezarla, que me iba a dar fuerza y compañía. Y desde entonces me la aprendí.

-¿A los otros dos muchachos qué les pasó?

-Ellos salieron con golpes mínimos para lo terrible que fue el vuelco, gracias a Dios no les pasó casi nada.

-¿Qué recuerda usted de esos primeros días en el hospital?

-Ya nadie tenía paz, teníamos que estar viajando para verlo a raticos en Cuidados Intensivos. Él quedó en coma, tenía mangueras y agujas por todo lado.

Los doctores lo que me decían era: “Su muchacho está mal, hay que esperar”, eso era todo. Estaba con ventilador, era como una momia.

En ese esperar pasó casi un mes hasta que un día llegamos y me dijo una enfermera ‘¡Su muchacho movió un dedo!’. Y eso fue una gran alegría, pero a los poco días otra vez nos llamaron del hospital, dijeron que nos fuéramos porque otra vez se había puesto muy mal. Estuvimos en eso durante meses. Hasta que poco a poco fue recuperándose y un día de tantos, porque ya uno en eso no tiene ni noción del tiempo, abrió los ojos.

-¿Qué fue lo primero que dijo Ernesto al salir del coma?

-Él recordaba a todos, pero no sabía qué había pasado. No recordaba absolutamente nada del accidente. Cuando despertó yo estaba llorando encima de él y él me preguntaba ‘¿Dónde estoy?’.

Poco a poco fue recuperándose y los doctores lo que me decían era que él se había recuperado por la condición física porque hacía ejercicio en el gimnasio, pero a mí nadie me lo va a venir a decir, lo de mi hijo fue real, fue un milagro. Aunque los médicos no hablan de Dios y digan que fue su juventud lo que lo salvó, sé que lo de mi hijo fue un milagro.

-¿Al final cuánto estuvo Ernesto hospitalizado?

-Cuatro meses y medio. Le dieron la salida, pero luego lo volvieron a operar de emergencia por la fractura que tuvo en la pierna. La cirugía duró doce horas y fue como otras vez echar todo para atrás y aunque desde el accidente hasta la última cirugía fue un proceso lento él ahora está muy bien, no le duele nada.

-¿Cómo le cambió la vida esto que pasaron?

-Yo le he pedido perdón a mi hijo varias veces porque si yo no lo hubiera llamado y le digo que se lleve el camión eso no le hubiera pasado. Pero él lo que me dice es que mejor que le pasó a él, porque si no hubiera hecho eso, ellos estarían solos, porque nos habríamos matado mi esposa, mi hija menor y yo.

-¿Cuando ve en las noticias accidentes de tránsito lo afecta?

- A uno esas cosas le quedarán de por vida, es como una pantalla que uno tiene en el cerebro de lo que pasó y cuando escucho noticias de accidentes es revivir lo que pasamos.

Lo que pienso siempre es en la familia de los fallecidos en los accidentes que quedan con ese dolor, porque los otros ya descansaron y están con Dios.

-¿La canción ‘Gracias, Señor’ que compuso es dedicada a eso que vivieron?

-Sí, uno de esos primeros días que estaba en el chiquero, porque tenemos una chanchera con la que también nos ganamos la vida, ahí comencé a hablar con Dios. Yo le dije: ‘No hay más doctor que usted, hágame el favorcito, no se lo lleve’ y fue ese día que escribí esa canción para darle gracias a Dios porque yo sabía que Él me iba a salvar a mi muchacho. De hecho en el video sale el camión como quedó, ya después se vendió como chatarra.

-¿Cambió de alguna manera su relación con sus hijos por todo lo que vivió?

-La vida cambió desde el momento del accidente. Valoro mucho cada momento y con ellos, aunque como dice uno, ya son unos huevones, yo soy muy chineador con todos. A mis hijos les digo ‘buenos días’ todos días, los abrazo, y les digo ‘que Dios los acompañe’.

Oración a la Santísima Trinidad
¡Bendita y alabada sea la Santísima Trinidad!;
a Ti, Trinidad Santísima sea todo honor,
gloria y alabanza por toda la eternidad,
de todo corazón creo en Ti y tu fiel devoto deseo ser,
yo (NOMBRE) acudo a Ti con entera confianza
para pedirte me vea siempre libre del mal
así como de todas las adversidades y peligros,
y en mis necesidades, te ruego, me otorgues tu favor.

Ileana Vargas

Periodista de espectáculos con 10 años de laborar en Grupo Nación.

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