Eugenio Derbez confesó que vivió un episodio muy rudo a su llegada a Estados Unidos que le dejó claro que el camino no sería nada fácil.
El actor le contó a la periodista Luz María Doria que fue hospitalizado tras su primera actuación en territorio gringo donde tras su función de debut llamó al 911 a punto del colapso.
El comediante contó que en el 2002 se metió a clases de inglés intensivas en Los Ángeles, California.
Esto pronto lo impulsó a conseguir una oportunidad, pero sin paga en una compañía local de California, donde se presentó por casi tres años cada fin de semana.
Pero al iniciar esta nueva etapa en su vida y por errores en la comunicación tuvo un problema de salud por el que lo ingresaron al hospital y que le generó una deuda de casi $20 mil (casi ¢12 millones).
“Salgo a dar mi primer show, no había comido porque venía de México de grabar, no había desayunado y no había comido y por estar ensayando no me dio tiempo de comer. Salí con un estrés que no te puedes imaginar… lo he de haber hecho muy mal, lo bueno es que nadie me conocía”, comentó el actor y comediante mexicano.
Derbez mencionó que al concluir su participación convivió con sus compañeros en un restaurante de sushi, pero no cenó porque no le cuadra la comida japonesa, lo que aumentó su ayuno y sus problemas de salud.
“Me levanto y de repente me empiezo a sentir mareado y siento que me voy a desmayar y claro era porque no había comido nada en no sé cuantas horas, más el estrés de la noche. Resulta que tenía una hemorragia interna de gastritis”, recordó el actor, quien alcanzó a llamar a los servicios de emergencia norteamericanos.
“Cuando sentí que ya me iba a desmayar dije ‘lo siento, 911’... cuelgo y me desmayo. Y entonces lo siguiente que recuerdo es que estaba tirado en la cama y alcanzo a ver que la puerta de mi cuarto estaba abierta. Los paramédicos encima de mí, el pasillo y la gente asomada en sus cuartos, me suben a la ambulancia y me llevan al hospital…”, comentó.
Eugenio destacó que los servicios de emergencia pensaron que era un indigente, lo que no pudo negar ante su imposibilidad de comunicarse en inglés.
Esto complicó tanto la situación que estuvo a punto de ser reanimado en terapia intensiva en la unidad médica, finalmente salió en cuestión de horas sin recibir más atención, pero sí con una enorme cuenta por pagar.
“Tres horas después, ya estaba en la calle con una cuenta como de 20 mil dólares sin haberme hecho absolutamente nada... acabé pagándola y ese fue mi debut en inglés con un monólogo”, concluyó.
Su carrera despegó en Estados Unidos muchos años después, cuando se estrenó la película “No se aceptan devoluciones” en el 2013.