“No sé si esto le va a sonar extraño, pero bueno, ya viene diciembre y a mí esta época me genera tensión porque mi esposo toma muchísimo, no escucha, sus planes son: tomar y fiestas. La verdad es un mes de mucho conflicto y este año le he dicho que no estoy dispuesta a vivir nuevamente entre tanto licor, como siempre pasa. Además, hay pandemia. Estoy cansada de esto y resulta que se enojó, agarró todo, se fue a la casa de la mamá, ella lo alcahuetea y todos los fines de semana hace fiestas con sus amigos y pasa tomando. Estoy pensando en que me siento feliz de que se haya ido”.
1. Cuando en una relación de pareja no hemos logrado alinear intereses y tomar decisiones en conjunto, pensando en el beneficio de ambos, es muy posible que con el paso del tiempo los elementos que le dan soporte a un vínculo de pareja se vayan diluyendo y las motivaciones para estar juntos se van complicando.
2. Ahora, la descripción que hace es muy cercana y compatible con patrones de alcoholismo severo y usted puede definir si quiere esto o no en su vida. Con la poca anuencia y apertura que hay por parte de su pareja para tomar decisiones, definir si efectivamente se quiere quedar ahí o no, es un proceso que usted debe analizar.
3. Me llamó mucho la atención que ante este proceso, él simplemente decide salirse de la casa e irse a vivir donde la mamá, donde le permiten tomar. Usted dice que se siente muy tranquila en esta etapa, analice cómo se siente, vea las cosas objetivamente y, a partir de toda la historia, analice si efectivamente hay posibilidades de mejora, que no solo estén asociadas a la abstinencia y consumo de alcohol, sino al establecimiento de una relación que les permita vivir en acuerdos sanos.
4. Estas circunstancias nos pueden ayudar a marcar un norte y un camino, además de asumir, desde los hechos, oportunidades de mejora, centradas en nuestra respuesta individual, porque si la contraparte no forma un bloque de crecimiento y apoyo en conjunto con la pareja, el pronóstico de recuperación es reservado.