“Siento que muchas veces que doy lo mejor de mí a las personas pero cuando necesito algo, la gente no responde igual y eso me resiente mucho. Entonces, me pregunto, si la amistad es verdadera, ¿qué sentido tiene entregarse si al final la gente lo va a defraudar a uno?”.
1. En alguna medida podríamos decir que usted tiene algo de razón, hay relaciones interpersonales en las que uno da mucho y recibe poco, lo que nos tiene que llevar inmediatamente a revisar por qué establecemos una relación con alguien que nos puede dar muy poco o no actúa en reciprocidad.
2. No obstante, usted se ha cuestionado que podría existir la posibilidad de que no sea lo que le dan los demás, sino sus expectativas. ¿Será que usted pide más de lo que una persona le puede dar? ¿Sus expectativas y demandas de atención y afecto son racionales? ¿Actúa usted con claridad y comunica bien lo que siente y espera? ¿Por qué cree que el problema siempre está en los demás?
3. Cuestionarse estas cosas es realmente importante, pues de una u otra forma, podría ser que cuando pedimos fuera de realidad o más allá de lo que una persona nos puede entregar, experimentamos frustración.
4. Todos tenemos derecho a dar y recibir pero nuestras demandas tienen que ser racionales, objetivas y lo que esperamos de los demás, no sólo tiene que estar en función de lo que sembramos en ellos, sino también asociado a su capacidad, a su estilo afectivo, a su forma de ser, respetando su esquema de tiempo y reconociendo lo que pueden dar.
5. Revisar las expectativas es un elemento fundamental para evitar la frustración y la invito a hacerlo en este sentido, el mundo nunca se acomoda nosotros y tenemos que aprender a adaptarnos a las circunstancias y a las personas, sin renunciar a nuestra esencia, pero sin caer en demandas que están fuera de la realidad o que responden a nuestras expectativas emocionales desorganizadas..