En una relación las cosas son claras o son confusas, no hay puntos medios

Frecuentemente recibo consultas sobre la calidad del compromiso que se establece con una persona, debido a que se está mal y la otra persona o uno mismo no quiere cambiar. Desde ahí se entra en largos procesos de inestabilidad psicológica, esperando que alguno de los dos se comprometa a resolver para asumir una relación sana. Pero esto nunca pasa.

En el amor las cosas son claras o confusas. Una de las características centrales del amor es tener certeza sobre por qué estamos con alguien. Por eso se debe:

1. Tener la certeza absoluta de que se está con alguien que tiene los mismos objetivos de convivencia o visión de relación para poder realmente estar juntos.

2. Que ambos tengan una clara y positiva frecuencia de comunicación que les permita sentirse libres, auténticos y transparentes para hablar abiertamente con el objetivo de comprender, negociar y proponer para que las cosas funcionen.

3. Tener certeza de que la otra persona está en una frecuencia afectiva positiva. Esto se vive en reciprocidad, ya que puede haber diferencias en la expresión, pero no se puede negociar la calidad del afecto.

4. Ambos deben priorizar su espacio en la relación, que haya respeto a los intereses personales, a los planes, las propuestas y proyectos que le den forma a la relación.

5. Se debe trabajar por la construcción positiva de la relación a partir del crecimiento afectivo, sexual y financiero, entre otras áreas, para proyectar en el tiempo la relación.

6. Ambos deben tener una tendencia hacia la comprensión, que les permite que ante las dificultades, desacuerdos y molestias, se puedan establecer soluciones que hagan de la relación un vínculo más fuerte.

7. Una relación implica una estructura de integración sana y positiva en lo familiar y lo social, libre de celos, control, manipulación, coacción, anulación o cualquier otra forma de agresión, para que cada uno se sienta reconocido y validado, sin dar pie a las inseguridades.