El fentanilo, un opioide sintético altamente peligroso, es la sustancia que consumió, sin saberlo, Leandro De Niro Rodríguez, nieto del actor Robert De Niro, de 19 años, que falleció días atrás.
“Alguien le vendió pastillas que tenían fentanilo, sabían lo que estaban haciendo y de todos modos se las vendieron”, sostuvo la madre del joven, Drena De Niro.
El fentanilo es un opioide sintético hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina.
“Tan solo dos miligramos de fentanilo, la pequeña cantidad que entra en la punta de un lápiz, es considerada potencialmente letal”, informó la Administración de Control de Drogas conocida como DEA.
“Por esa gente que altera esas malditas pastillas y las vende mi hijo se fue para siempre”, agregó la hija del reconocido actor.
La deceso de ese joven no es un caso aislado. El fentanilo es responsable de una epidemia de muertes entre consumidores de drogas en los Estados Unidos. Y el desvío de esa sustancia usada en tratamientos médicos al mercado ilegal fue el eje de una conferencia internacional que encabezó hoy el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken. Washington impulsa una alianza global contra el tráfico de fentanilo.
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Las cifras que expone el gobierno norteamericano sustentan su preocupación: el año pasado murieron en los Estados Unidos 110.000 consumidores de drogas ilegales y se afirma que la mayoría de los decesos fue causado por opioides sintéticos como el fentanilo.
“Una vez saturado el mercado estadounidense, las empresas criminales transnacionales se dirigen a otros sitios para ampliar sus beneficios. Si no actuamos juntos con una urgencia extrema, más ciudades de todo el mundo soportarán los costos catastróficos” que se ven en Estados Unidos, alertó el funcionario.
En mayo pasado al hijo del Chapo Guzmán lo relacionaban como el responsable del contrabando de fentanilo desde México hasta Estados Unidos.