“En mi casa casi todos padecemos de algo, así que con la pandemia nos encerramos y nos cuidamos mucho. Mi hijo está en primer grado y tuvo que volver a la presencialidad, pero le da miedo enfermarse. En la escuela no quiere tener contacto con nadie, permanece solito y pienso que está bien porque lo hemos educado para que se cuide, pero ahora me pregunto si habrá sido un error porque he sido muy estricta con esto de la pandemia y a mi casa si alguien llega tiene que aceptar que le desinfectemos los zapatos, la ropa y tiene que andar lejos”.
1. Desde el inicio de la pandemia, el tener que enfrentar algo desconocido disparó el miedo y muchísimas personas han vivido con mayor rigidez este proceso. Entonces, no se puede sentir culpable de haber enfrentado lo desconocido desde las herramientas que ustedes diseñaron, porque fue su forma de enfrentar el problema.
2. La realidad ha cambiado y llega un momento para asumir que la vida tiene que continuar, por lo que toca adaptarse y vivir en esta realidad que llama a la adaptabilidad y a la flexibilidad. Aún se recomienda el distanciamiento, el uso de la mascarilla, el lavado de manos, el uso de alcohol y recordar que si tiene síntomas no debería ir a ningún lugar. Pero hay que volver a la normalidad y ver los procesos de reincorporación de los niños a las escuelas como una forma de contribuir a su equilibrio emocional y a su desarrollo académico.
3. Podría ser que el niño tenga una visión angustiante por la mecánica que se manejó o simplemente la visión que ha desarrollado a partir del cómo ha vivido la pandemia, por tanto, un acercamiento al centro educativo es importante para pedir ayuda en la integración social para que no ande solo y pueda desarrollar trabajo cooperativo y una interrelación equilibrada.
4. Si el niño sigue teniendo resistencias a estos niveles, es conveniente buscar sicología infantil - educativa que les pueda guiar y orientar para revisar a fondo del tema.