"Mi esposo y yo hemos tenido muchos problemas, debido a infidelidades, malos tratos e irresponsabilidad económica. Le dije que no quería seguir así y empezamos a ir a terapia. No es la primera vez que vamos, pero él dice que ahora es en serio. Nuestras hijas están enojadas porque dicen que ninguno de los dos hacemos el esfuerzo por cambiar. La mayor, de 21 años, se fue a vivir con la abuela porque ya no aguanta. El último pleito fue muy feo, él quebró las puertas de los cuartos y mis hijas dicen que le tienen miedo. Sé que han sido 22 años difíciles, pero ¿y si cambia, y no le di la oportunidad que me pide? Creo en Dios y creo que Él puede cambiarlo.
1. Respeto profundamente sus creencias religiosas, pero me gustaría que hablara con su sacerdote o su director espiritual y le preguntará: ¿qué compatibilidad existe en su relación con los niveles de violencia que usted describe? A esto se le suma el riesgo a nivel sicológico, físico, verbal, emocional e incluso sexual versus la esperanza desde la fe. Espero que mediante una dirección sana, usted logre ver los factores de alto riesgo y que le ayuden a poner límites.
2. Después de años de un ciclo violento, no se trata de una oportunidad, sino de una vida disfuncional. Si ya han estado con terapia y no tienen cambio alguno, el paso siguiente es la ruptura. Además, usted dice que él llora mucho, pero sigue quebrando puertas. Debe hacer un esfuerzo y trabajar sus emociones para tomar decisiones orientadas a la estabilidad personal y familiar.
3. Lamento el estado de deterioro en que se encuentra la relación con sus hijas, pero usted describe un vínculo que es compatible con la violencia y desde esta perspectiva, la consecuencia lógica es que se rompan las estructuras de relación debido al miedo.