Criminales con maletas llenas de dinero, traficantes asaltando turistas, negros siendo discriminados... los desfiles del Carnaval de Río de Janeiro cerraron este lunes una de sus ediciones más políticas, con una fuerte crítica a la corrupción, la violencia y la ola conservadora en Brasil.
“Oh patria amada, ¿por dónde andarás? Tus hijos ya no aguantan más”, repetía la samba de Beija-flor, la escuela que se encargó de cerrar los dos días de espectaculares desfiles.
Inspirada en la figura de Frankenstein, novela que cumple 200 años, la escuela quiso ilustrar al “monstruo” corrupto, abandonado e intolerante en el que, desde su punto de vista, se ha convertido Brasil.
En la representación estuvo presente una réplica de la sede de Petrobras, origen de un enorme escándalo de corrupción en el país, en los sótanos que recreó la escuela se podían ver a varias personas entre rejas que conseguían salir pagando sobornos mientras, en otro punto, niños de la favela se veían vendiendo caramelos en la calle o siendo víctimas de un tiroteo, quedando dentro de un ataúd.
La intolerancia racial, religiosa y sexual también tuvo espacio en este duro y teatralizado desfile de Beija-Flor, que contó con la participación estelar de la cantante drag queen (artista masculino vestido con atuendos femeninos) Pabllo Vittar, en un carro a favor de los derechos LGBTI, en este país que está a la cabeza mundial del asesinato de transexuales.
“Este desfile habla mucho de Brasil. Estamos muy mal. Los políticos van a tener que comenzar a ver que el pueblo no está satisfecho con ellos porque incluso en una fiesta como esta hay críticas políticas. Ojalá que esto mejore alguna cosa”, dijo Tulio Silva, un empresario de 43 años, disfrazado de “político vampiro”.