Luego de la excelente participación de doña Inés Trejos la semana pasada en ¿Quién quiere ser millonario? el programa se puso más bueno, pues ahora la gran intriga es si alguien repetirá la hazaña de llevarse los 30 millones de colones.
Aunque la primera participante de esta noche, Estefanie Arias Miranda, una doctora de 40 años, daba la impresión de que podía llegar bastante lejos, al final no se animó a contestar la pregunta número 12 y mejor dijo, ‘aquí corrió, que aquí quedó'.
Esta vecina de Granadilla de Curridabat se fue con un 5 millones de colones, mismos que no tenía en su cuenta antes de sentarse frente a Ignacio Santos, porque lo que dice sentirse igual de millonaria que doña Inés.
Doña Estefanie ya había gastado todos los comodines que tenía a su favor y en eso le preguntaron, ¿cuál escritor fue arrestado como sospechoso de sustraer La Gioconda en 1991? Como no estaba muy segura de la respuesta mejor dijo “me retiro”.
Lo increíble es que ya fuera de juego dio la respuesta correcta: Guillaume Apollinaire.
Ella contó que de niña le diagnosticaron dislexia y que por esa razón durante muchos años en la escuela la consideraron una estudiante deficiente; sin embargo, con los años demostró que este trastorno de aprendizaje no le impidió llegar a convertirse en licenciada en Medicina.
“Llegué a demostrar que no era una deficiencia, ya que mi memoria visual es mi mayor virtud”, dijo.
La platica que se ganó la aprovechará para disfrutarla con su familia, en especial con sus abuelos Pablo y Flor, con los que vive.
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Nada de riesgos
Bien dicen que la vida es de riesgos, pero en este caso Sebastián Rodríguez Fallas, segundo participante de la noche, prefirió no aplicarlo.
Este joven padre, de 31 años, y ejecutivo de comercio internacional, se echó a la bolsa millón y medio de colones, luego de retirarse en el pregunta nueve al no saberse la respuesta.
Por más que el comodín +Uno, que era su hermano, trató de ayudarlo a responder: ¿a cuál primate se le conoce como el “Hombre del bosque”?, decidió quedarse con el dinero que ya tenía asegurado porque ninguno de los dos sabían que era el chimpancé. Es decir, al final tomó la mejor decisión.