“Estoy conociendo a alguien y me parece una persona muy educada y correcta. Realmente es al primer hombre que conozco con intenciones bonitas, pero me preocupa el tema de la diferencia de edad, ya que yo soy mayor que él ocho años. Yo tengo 43 y él 35. Me preocupa mucho esa diferencia, porque incluso, él me ha dicho que nunca ha pensado en ser papá. De no ser por esta diferencia todo sería perfecto”.
1. Todo proceso que la acerca a una persona implica una etapa de conocimiento progresivo, que desde el inicio tiene que contemplar todas estas variables: economía, trabajo, historia personal, afecto, valores, y mucho más. Una diferencia edad puede ser significativa y se convierte en un problema, si alguna de las partes no tiene claridad de lo que esto conlleva. No obstante, si en esto se habla con claridad, se comprende que se debe vivir desde la aceptación y la negociación, entonces no debería ser un eje determinante.
2. Elementos como la escucha, la comunicación y la estabilidad, les permite evaluar la integración desde un afecto positivo en la vida de uno u otro y es lo que les permite ir construyendo una relación estable con perspectivas de desarrollo, a un proyecto de pareja en convivencia.
3. El componente de edad es algo que pueden hablar abiertamente, externar temores, dudas, y establecer desde ahora las perspectivas de vida que uno u otro tienen respecto al proyecto de relación de pareja, donde el tema de la maternidad y la paternidad deben quedar claros. Si establecen acuerdos hay convicción y se convierte en un tema de decisiones personales.
4. No se trata sólo de analizar las cosas desde prejuicios. Las diferencias de edad en una relación tienen implicaciones que si son asumidas con conciencia no deberían ser un problema. De ahí la importancia de que todo quede claro desde las primeras etapas. El tema es ir asumiendo las decisiones tomadas con responsabilidad y convicción.