“Mi abuelita fue la persona que me crió y murió en Semana Santa, pero como ella era de la zona sur y yo de San José, no pudimos ir a la vela y al funeral. Esto no me lo perdono, mis familiares trataron de que yo estuviera muy cerca y hasta hicieron videollamadas, pero siento que no pude despedirme de mi abuelita como ella merecía y esto me tiene muy deprimida y mortificada”.
1. Le mando un abrazo solidario, porque sé que lo que me cuenta es muy duro. Esa es una situación que le ha pasado a muchísimas personas en nuestro país, debido a la situación que vivimos y que podría agudizar el dolor que se vive durante un proceso de pérdida.
2. No es tan simple hacerlo, pero hay que comprender las circunstancias en las que estamos en la actualidad. Usted no falló y no fue una decisión personal, todo se debió a circunstancias externas que le imposibilitaron estar ahí. Además, al final lo que se está haciendo también es por amor a todas las personas cercanas. La mayoría no hemos podido ver a muchos seres queridos, así que no hay que ver esto desde la culpa o exigirnos cosas que están fuera de realidad, porque al final lo que tiene que pesar es comprender hasta dónde llegaba nuestro alcance.
3. Su corazón estaba con ella, a veces la vida es así y llegará un momento en el que usted podrá ir a la zona sur e ir al cementerio a despedirse de su abuela y cerrar este duelo, pero no puede abrir espacio la culpa, porque la culpa mortifica el alma.
4. Por otro lado, también es momento de revisar si durante este proceso, también empieza a experimentar un nivel de dolor y de tristeza que le pueda acercar a una depresión, porque cuando un duelo se vuelve muy complejo, existe la posibilidad real de desarrollar un cuadro depresivo y para esto se requiere apoyo. Es importante que usted se permita buscar ayuda para trabajar sus emociones.