“Vivimos con mi mamá y mi esposo se quiere ir, pero yo no puedo dejarla. Sé que ella tiene su carácter y que es muy difícil, por lo que ha tenido muchos roces con él por su forma de ser. Él es muy bueno y la tolera y la respeta, pero se cansó y se pasó de casa. Él viene todos los días a comer aquí y yo me voy a quedar los sábados en la noche y regreso tempranito con mi mamá los domingos, pero él ya no quiere seguir así, pero no voy a dejar a mi mamá”.
1. La única razón válida para justificar, comprender y respetar un proceso como el que usted describe, estaría asociado a que su mamá tenga una condición de salud física, emocional o mental, que justifique su acompañamiento y la supervisión, porque hay cosas que se deben de asumir, pero no se trata de desplazar la relación de pareja por su relación con su mamá.
2. Si esto responde a un proceso emocional de apego, donde usted siente que tiene que vivir a la par de su mamá para sentirse tranquila, no es válido, ya que usted estableció una relación, un proyecto de vida y debería corresponder a esta. Juntos han tomado la decisión, no solo de casarse y vivir juntos, sino de comprar un lote y construir como parte normal del proceso de crecimiento de toda relación. A usted le corresponde alinearse al proyecto trazado, porque de lo contrario, la situación se va a complicar.
3. No se trata de romper la relación con su mamá, sino de llevarla manera adecuada, de darle a cada relación su tiempo y su espacio y lograr que exista estabilidad en la vida de pareja.
4. Los apegos desproporcionados crean curvas de tensión en cualquier relación y es peor si pasan los meses y el tema no se resuelve. Usted debe tomar decisiones sensatas y equilibradas al lado de su esposo. Ambos deberían hacer el esfuerzo por buscar una terapia de pareja, que les permitan resolver esto a la mayor brevedad posible.