“Mi papá se fue de la casa cuando yo tenía cinco años y nunca más lo volví a ver. Ahora tengo 27 años y una hermana me llamó para decirme que él quería hablar conmigo, pues está enfermo. Cuando llegué me dijo que me perdonaba por haberlo abandonado, pero yo era solo una niña en ese momento y él nunca me buscó. Él me abandonó a todo nivel, hasta en lo económico, y ahora me culpa a mí. Mi hermana me dijo: ‘piense muy bien lo que usted hizo, uno no abandona a los padres’. Tampoco le dije nada, pero tengo ganas de llamarlos y gritarles muchas cosas”.
1. Cada historia tiene su ángulo, dependiendo del personaje que cuente la historia. Pero partiendo de la realidad, usted tenía cinco años, su papá no estuvo presente en lo afectivo, los económico o lo interpersonal, simplemente se alejó por 22 años y después aparece y le dice que la perdona por abandonarlo. No hay que darle mucha vuelta a esto porque ningún menor es responsable de buscar a su padre, le corresponde a los adultos sostener, propiciar y mantener la relación con sus hijos.
2. Ahora, ¿por qué razón él necesita decirse así mismo esto?, o ¿por qué la hermana piensa igual?. Es complejo de saber. Si ellos quieren leer este tema como abandono de su parte, es su cuento, usted tiene los hechos y su historia, y desde ahí asuma su vida y procure sentirse en paz.
3. Buscarlos para hablarles y decirles lo que siente será una decisión suya, pero valore su presente. ¿Qué papel quiere darles a estas personas en su vida?, ¿le trae algún beneficio?, ¿propicia algún acercamiento sano?, ¿le suma para el bienestar? No se mueva por impulsos, haga un buen análisis.
4. No es un tema fácil, pero usted tiene el derecho de no vivir con el guion de vida que otras personas quieren montar. La vida tiene hechos y situaciones que se pueden analizar con objetividad y con el poder liberador para dejar atrás la culpa, el enojo, el resentimiento y la contradicción. Así que utilice la búsqueda de la paz para tomar decisiones.