Farándula

Mundo Picante: Tres no son multitud

En toda la casa solo hay una habitación y la cama es grande

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En la casa del barrio Robledo de Medellín, Colombia,  viven Manuel Bermúdez, Alejandro Rodríguez y y Víctor Hugo Prada.

El pasado sábado 3 de junio Víctor dejó en la notaria sexta de Medellín una escritura pública que decía en letras mayúsculas sostenidas: "Constitución de régimen patrimonio especial de trieja. La palabra es inventada, muy nueva y se explica así: las parejas son de dos, las triejas son de tres". Para este trío el dicho: "tres son  multitud" no aplica. 

Manuel no dice cuántos años tiene,  porque “ni a una mujer ni a una marica se le pregunta la edad”, pero debe estar entre los cuarenta y los cincuenta. Alejandro, que según las cuentas y las edades de sus amores está por los treinta y seis. Es el más joven es Víctor Hugo, tiene veintidós años. Hasta hace dos años eran cuatro, pero Alex Esnéider Zabala murió de cáncer en el estómago.

El documento, que recibieron con la firma de notario el jueves 8 de junio, tiene su corazón en el segundo punto de fundamento para la constitución social:

“Deseamos conformar un régimen económico cuya base es la relación de trieja que tenemos actualmente, ya que de no serlo no lo estaríamos llevando a cabo y que en todo caso varias personas pueden asociarse indistintamente de su condición de color, sexo, raza, creencia religiosa, etnia e incluso puede una de ellas ser comerciante y la otra no, asunto que no está prohibido por las legislaciones internacionales, ni la ley en Colombia”, punto. Resumiendo, están casados.

En el año 2000, Manuel y Alejandro fueron la primera relación homosexual que constituía una sociedad de pareja en Colombia.

Tiempo después, Manuel conoció a Alex Esnéider, hablaron mucho, compartieron almuerzo en la Universidad de Antioquia y se enamoraron.

“Nos tocó entender que no éramos una pareja de tres, por decir algo, sino que éramos tres parejas: Alejandro y yo, Alex y yo, Alejandro y Alex”, dijo Manuel.

Tiempo después llegó Víctor y la historia siguió por el mismo camino de amor.

En toda la casa solo hay una habitación, la cama es grande, más de dos metros, hay tres guitarras y un balcón donde posan para las fotos.

Las reglas del poliamor son equitativas: no hay dominios, no hay mandatos, no hay subyugación y todo es por igual. En esta casa del barrio Robledo de Medellín, todos reman con la misma fuerza, todos ponen el mismo dinero, todos dan lo mismo en la cama, en la cocina, en el aseo.

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