La Navidad en el mundo cristiano es una celebración que está asociada a tomar consciencia del nacimiento del Salvador. Y sin querer incursionar en campos que no sean los míos, creo que más allá de esta visión, la Navidad podría ser interpretada como un tiempo de introspección, al margen de la fe o de la espiritualidad, estas fiestas nos pueden ayudar a entrar en una frecuencia de revisión de vida.
- Navidad como reconciliación interna, es decir, una oportunidad para perdonarnos, trabajar nuestra autoestima, reconocer nuestro valor y preguntamos a nosotros mismos si me estoy dando el mejor lugar, si mis decisiones responden a que me estoy tratando con amor para ser la mejor versión de nosotros mismos.
- Navidad sin presiones, pues es un tiempo de afecto e integración familiar, no es un tiempo para sucumbir a la presión comercial, a los estereotipos de una cena o a las obligaciones materiales arbitrarias propias de una serie de procesos psicosociales, en los que vemos la Navidad como gasto, consumo, alejándose de todo sus sentido.
¿Y si generáramos un cambio? ¿Si tuviéramos una Navidad sin presiones? Asociada fundamentalmente al afecto, que bonito una Navidad en que compartimos la mesa, simplemente una comida sencilla con personas que amamos. Navidad sin presiones es dar paso a la escucha, atención y delicadeza.
- Navidad sin presiones, centrada en la sencillez, la austeridad y la abundancia emocional. Para muchas personas que trabajan este es un periodo en el que pueden estar más cerca de su familia, de sus hijos, desconectados de sus agobiantes trabajos, ¿por qué no aprovechar este tiempo para conectar con el afecto?
- Navidad sin presiones, sí, una Navidad centrada en la reflexión el afecto. Esta reflexión nace en algo que escuche un día: “No tengo nada que dar en Navidad”. ¿Cómo que no tiene nada que dar? Piense en esto: ¿Si da vida con sus palabras? ¿Si repara corazones con sus abrazos? ¿Si generas calidez con su presencia? Creo que todos tenemos mucho que dar.
Navidad sin presiones, centrados en el amor, la reconciliación, el disfrute y la presencia para hacer de esta época un tiempo de encuentro en familia, que marque la vida de nuestros hogares desde otra óptica. ¿Cuál óptica? La paz, la de la presencia y la armonía.