“No sé por qué me cuesta tomar tanto una decisión, cuando uno sabe que no está bien con una persona, pero al final termina dándole oportunidades, sin sentirse del todo cómoda y todo sigue siendo igual. No se por qué me cuesta tanto irme y ponerle un punto final a eso”.
1. Cuando se trata de tomar una decisión, con respecto a si se debe dar o no una oportunidad, muchas veces se hace complicado, porque el referente fundamental para elegir a una persona tiene una fuerte carga emocional y se ha sujetado el concepto de amor única y exclusivamente a emociones.
2. Se ha olvidado que la forma de amar juega un papel importante también en este proceso, es decir, aquí debe sumar la forma de pensar, actuar y de ser de esa persona que se ama. Cuando se ama fuera de un contexto y de realidad, donde la conducta de la otra persona es problemática, definitivamente hay que cuestionar el concepto de amor que se tiene.
3. El amor sano no puede leerse únicamente desde el sentimiento, donde se va a utilizar como criterio único: “Es que yo lo quiero”, “él es demasiado especial”, omitiendo la conducta de una persona, pues lo que hace funcional o no una relación va más allá del afecto. La funcionalidad está asociada a la capacidad de establecer parámetros que permitan una comunicación sana, equilibrio afectivo, adecuada interrelación social, respeto a la libertad individual, capacidad establecer acuerdos, reconocimiento de errores y búsqueda de soluciones, entre otros muchos aspectos.
4. Así que más allá de las emociones, es conveniente que usted revise la realidad y desde ahí tome decisiones porque de lo contrario, podría ser que se esté moviendo desde criterios que tienen asociados aspectos como dependencia, negación, problemas de autoestima, vulnerabilidad a muchos niveles y cuando la realidad no alcanza para tomar decisiones, necesariamente hay que buscar ayuda.