Hay personas que están en una relación de pareja y esta más bien es una genuina montaña rusa cargada de complicaciones.
Son de esas relaciones en la que los pleitos son constantes, las discusiones son frecuentes, las conversaciones no llegan a nada, hay distancias afectivas, además posiblemente celos, control y explosiones que de una u otra forma no son nada positivas.
Quizá ha hecho uno o varios intentos por resolver el problema, pero la otra persona se resiste a hablar, negociar, escuchar o proponer.
Es posible que le haya propuesto buscar ayuda y la persona se niega, lo que complica todo.
Es posible también que constantemente usted le diga “hablemos”, “resolvamos”, pero la otra persona se resiste. Entonces usted se pregunta:
– ¿Por qué mi pareja es así?
– ¿Por qué no cambia?
– ¿Por qué no se da cuenta que podríamos estar mejor?
– ¿Por qué no lucha conmigo?
– ¿Por qué se resiste?
– ¿Por qué se enoja por todo?
– ¿Por qué es tan fría y distante?
– ¿Por qué no le gusta nada de lo que le propongo?
– ¿Por qué no es detallista?
– ¿Por qué no se lleva con mi familia?
– ¿Por qué no le gustan mis amigos?
– ¿Por qué siempre hace reclamos?
– ¿Por qué cuando se enoja no me habla por días?
– ¿Por qué siempre que algo no le gusta me termina?
– ¿Por qué siempre me saca todo en cara?
Puede perfectamente seguir haciéndose estas preguntas, pero qué sentido tiene. Creo que cuando uno se topa con una persona que crea dificultades enormes y se resiste al cambio, que no quiere ceder, no propone y no se mueve, las preguntas son:
– ¿Por qué usted insiste en esto?
– ¿Por qué necesita transformar a la otra persona?
– ¿No será que sus criterios de elección son incorrectos?
– ¿Se ha puesto a pensar que a lo mejor está ahí porque no sabe tomar decisiones?
– ¿Se ha puesto a pensar que quizá le asusta la soledad?
– ¿Se ha puesto a pensar que está con una persona inflexible?
– ¿Se ha puesto a pensar que está con una persona intransigente?
– ¿Se ha puesto a pensar que está con una persona que no le gusta ceder?
– ¿Se ha puesto a pensar que está con una persona que no sabe negociar?
– ¿Se ha puesto a pensar que está con una persona que no hace nada por proponer?
– ¿Se ha puesto a pensar que está con una persona que no da el brazo a torcer?
Es posible que no esté del todo bien, pero te da miedo tomar decisiones, divagas en tratar de entender por qué la otra persona no cambia cuando en realidad lo que tiene que hacer es cuestionarse por qué se permite ser maltratado o maltratada.
Si esta es la norma en sus relaciones de pareja, llegó el momento de que considere hacer terapia.