Conocí a una muchacha con la que me sentía muy bien y empezamos un noviazgo muy bonito que duró cuatro meses. El único pero es que ella me confesó que antes de conocer a Dios y ser una persona activa en la iglesia tuvo relaciones sexuales con otras personas y que me lo contaba porque quería sentirse tranquila y segura de sí misma. Ella trabaja, terminó estudiar y es una buena mujer, pero no puedo con ese pasado. Según me explicó era muy fiestera y tenía mucho sexo, por lo que yo la terminé y le dije que tiene que asumir las consecuencias de sus actos y que así nadie la va a querer. ¿Hice bien?
1. Creo que tomó una buena decisión, porque le dio a ella la oportunidad de buscar a alguien que sea más humano y menos prejuicioso. Como dice la palabra de Dios: "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra". Su posición me parece inadecuada y me hace cuestionar el por qué usted siente la libertad de tratarla de esta forma, una persona vale por lo que es hoy, no por lo que fue en su pasado.
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2. Esta mujer, por las razones que sea, tuvo una vida sexual intensa, pero tomó la decisión de cambiar, así que estudia, trabaja, se acerca la iglesia y toma la decisión de contarle a usted, en virtud de la relación que tiene, parte de su pasado para sentirse bien consigo misma, cosa que me parece innecesaria. El pasado de cada persona puede permanecer en silencio y en el respeto, pero ella lo hace, usted la juzga, la crítica, la señala y se la hace a un lado. Qué será más grave, un pasado complicado o una persona que se sienta en el trono de la moral a dictar sentencia.
3. Es cierto, hay pasados complicados y difíciles de administrar que nos pueden causar tensión, pero si a partir de un pasado difícil un ser humano se transforma en alguien más consciente, más maduro, más responsable, lejos de preocuparnos tiene la fuerza del testimonio de una transformación para crecer y mejorar.
4. Analice muy bien, porque si usted no puede con el pasado de ella, no le arruine la vida, no la juzgue y no la señale. Yo siendo usted, me cuestionaría por qué usted puede juzga a otros para categorizarlos de dignos o indignos, de adecuados o inadecuados, porque nadie está en los zapatos de otro ser humano para saber el porqué de su historia.