Ingenio, humor, extravagancia, emoción, drama y un brillante y creativo trabajo musical y coreográfico, a la altura de sir Elton John, recorren cada segundo de la cinta “Rocketman".
Aunque el propio músico es el productor ejecutivo, la biografía llevada a la gran pantalla se concentra de lleno en la etapa más confusa del reconocido artista.
Ese periodo en que se mezcla su fantástica y meteórica llegada al cielo de las estrellas del rock y la imposibilidad de sanar las heridas de una infancia muy poco feliz.
Plasmando ese contraste, la secuencia de apertura es alucinante: tenuemente, los acordes de la canción que da el título y que organiza la película en términos dramáticos (“No soy el hombre que creen que soy”); Elton John (interpretado por Taron Egerton) camina con un atuendo rojo, lleno de brillos, alas, un tocado y tacones coloridos por un pasillo hasta cruzar una puerta que llega a una sala, donde un grupo de personas están sentadas en un círculo. Así se integra a su terapia de rehabilitación.
Tiene 25 años, ha llegado a la cúspide y ha bajado al infierno de su autodestrucción. Desde esa sala irá relatando, en primer lugar, la larga lista de todo lo que lo ha llevado hasta ahí, en una descripción que mueve al espectador.
Luego, su niñez, sus tempranas incursiones en la música, su encuentro con quien sería su amigo y letrista, Bernie Taupin (encarnado por Jamie Bell), su viaje a Los Ángeles (la fiesta en casa de Mama Cass), las personas con que se va cruzando (las cómicas conversaciones con un músico de soul), su éxito, la fama, la riqueza.
Este humor, que atraviesa diálogos, presentación de personajes, situaciones, números musicales, contribuye a eludir el melodrama puro, despojando de solemnidad los aspectos más tristes de su vida temprana.
Muestra, además, su vida cotidiana, cuando aún era Reggie, un niño regordete, de anteojos, con un asombroso talento musical, que era un evidente estorbo para su padre y un fastidio para su egoísta madre, un personaje a medio camino entre lo superficial y la irresponsabilidad total.
Momentos íntimos
Aparte de sus progenitores, el relato reserva los peores y más crudos momentos para su primer amante y manager (Richard Madden).
En cambio, de su infancia emerge su abuela (Gemma Jones) como su gran refugio, la única de la que recibe cariño y el impulso para su carrera.
De su juventud, Bernie, el amigo fiel y equilibrado, con quien recorre prácticamente todo el camino de esta película.
Con todos ellos, y el fantasma del niño que fue y lo que queda de él, se enfrenta en aquella sala del inicio. Más allá de repartir culpas y agradecimientos, también hay un espacio para la autocrítica.
El director de la cinta Dexter Fletcher, el mismo que terminó haciéndose cargo de “Bohemian Rhapsody” tras el despido de Bryan Singer, despliega aquí toda su fantasía, filmando todo lo que no pudo hacer en esa otra película.
Sorprendentes y vívidas secuencias musicales, tomas circulares en cámara lenta y una cuidada selección de repertorio, canciones interpretadas por Egerton.
En la parte final se acentúa el dramatismo y en ello la música sigue siendo protagónica: la obra de Elton John ha cobrado para todos un nuevo significado.
Lo único convencional de esta sorprendente película es el agregado al cierre: las leyendas y fotos sobre cómo siguió la vida real.
Emocionado hasta las lágrimas
En una de sus entrevistas más personales durante el pasado Festival de Cannes, Elton John abrió su corazón para hablar de su reacción al ver su sueño hecho realidad
“Nunca pensé que a mis 73 años estaría en Cannes presentando mi película. Para ser honesto, me quedé alucinado. Me emocioné y lloré la primera vez que la vi”, confesó el intérprete de “Crocodile rock”.
En cuanto al actor que da vida a su personaje, Taron Egerton, solo tiene palabras de admiración hacia él.
"Sabía que Taron cantaba y al escucharle cantar ‘Don’t let the sun go down on me’ me quedé boquiabierto. Cuando le veo cantar y actuar, no veo a Taron, me veo a mí”, expresó John.
Muchos premios |
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Elton John tiene cinco premios Grammy, un Globo de Oro, un Emmy, un Tony, un Óscar y lleva más de 300 millones de discos vendidos, además de tener un lugar en el Salón de la Fama del Rock. También es el único artista en mantener al menos una canción dentro del Billboard Hot 100 durante 31 años consecutivos, y el autor del sencillo más vendido en la historia, “Candle in the wind”, que reescribió para el funeral de la princesa Diana de Gales y superó los 33 millones de copias vendidas. |