El libro "Cerati, la biografía" del periodista Juan Morris, revela las angustiantes últimas horas de Gustavo Cerati antes de entrar en coma.
Poco se supo de lo que realmente pasó aquel sábado 15 de mayo del 2010, después de que el cantante se despidió de la multitud que había convocado en el estadio de la Universidad Simón Bolívar de Caracas, Venezuela.
Pero en el libro de Morris se relata con lujo de detalles las últimas horas en que el exlíder de Soda Stereo estuvo consciente.
El artista falleció el 4 de setiembre del 2014, luego de permanecer en coma durante cuatro años
"Después de comer con el resto del equipo en una de las carpas montadas detrás del escenario, el sonidista Adrián Taverna y el guitarrista Richard Coleman acababan de entrar a su camerino para charlar un rato. Eran sus más viejos amigos. Cuando terminaban los conciertos, Taverna solía pasar un rato por su camerino para hablar sobre cómo había salido todo. Era una especie de ritual", empieza el relato.
El periodista detalló que cuando Taverna salió de conversar con Gustavo encontró al resto de la banda organizando la foto grupal.
La última foto
"Fernando Samalea, el baterista, estaba trepado a una silla de plástico, acomodando la cámara arriba de un mueble para que disparara en automático. Mientras se amontonaban según las indicaciones de Samalea, se dieron cuenta de que faltaba Gustavo y alguien le gritó que fuera, que sólo faltaba él", dice una parte del fragmento del libro.
Según Morris, Gustavo apareció a último momento y se paró atrás de Taverna.
El primer disparo de la cámara salió sin flash, así que Samalea pidió que nadie se moviera y se volvió a subir a la silla para reprogramarla. Taverna se dio vuelta para decirle algo a Gustavo y lo vio pálido, con los ojos desorbitados.
"¿Te sentís bien? –le preguntó Taverna. Gustavo abrió la boca para contestarle, pero no acertó a decirle nada. Fue como si los músculos de su mandíbula no encontraran las palabras. Entonces la cámara disparó su flash y todo el equipo quedó registrado en la última foto de la gira. A su alrededor el grupo se empezó dispersar y Gustavo caminó confundido hacia su camerino", cuenta.
"Bernaudo corrió a buscar a los paramédico. Gustavo se podía mover, pero estaba como abrumado, lento, y no podía hablar", dice una parte del libro.
Pasó casi una hora hasta que lograron desalojar completamente el lugar, no querían que la descompensación se convirtiera en noticia.
Dentro de la ambulancia, Gustavo estaba acostado en la camilla con los ojos abiertos, pero con la mirada perdida.
Cuando llegaron al centro médico La Trinidad se toparon con que no había luz y tuvieron que subir la camilla a la ambulancia y llevarlo a otra clínica.
Una hora después, cuando terminaron de hacerle los exámenes, lo volvieron a trasladar a La Trinidad.
Todo era confusión
Al día siguiente, Gustavo se despertó en la clínica consciente pero confundido. No podía hablar y su costado derecho estaba entumecido y aún no tenían un diagnóstico.
"Cuando Taverna volvió a la clínica a media mañana, lo encontró acostado en la cama, agarrándose el brazo derecho y tocándolo con curiosidad y cierta desesperación. ¿Cómo te sentís? le preguntó.
Pero Gustavo no respondió. Se tocaba el brazo, lo agarraba y lo levantaba sin conseguir que se moviera. Un rato después se puso a golpear la baranda de la cama con la mano izquierda con un ritmo fastidiado, lleno de impotencia.
En un momento, se sentó en la cama y trató de levantarse, pero tenía varios tubos conectados, así que Taverna tuvo que ayudarlo a caminar esos dos metros hasta el baño. Cuando entró, se vio en el espejo, se quedó quieto y empezó a tocarse la cara, extrañado. Lo miró a Taverna a través del espejo y después volvió a mirarse", revela Morris en el libro.
Al mediodía una enfermera entró a la habitación con la bandeja del almuerzo. Taverna le dijo que no creía que Gustavo tuviera hambre, pero él le agarró el brazo fuerte dándole a entender que sí.
Después de tomar la sopa muy despacio, Gustavo agarró el tenedor con la mano izquierda y trató de desmechar el pollo, pero solo logró salpicar las sábanas con la salsa y desparramar la comida. Taverna lo ayudó a cortar y Gustavo comió con la voracidad de siempre.
Esa noche Charly Michel y la corista Anita Álvarez de Toledo, una de sus mejores amigas, se quedaron con Cerati.
Fatal noticia
La segunda noche en la clínica Gustavo durmió poco y, a la mañana, cuando las enfermeras entraron a la habitación para controlar su estado, lo encontraron sacudiéndose y agarrándose la cabeza con su brazo izquierdo. Tenía los ojos apretados, como si estuviera sufriendo un dolor insoportable.
Taverna llegó a la clínica cuando unos enfermeros estaban sacando a Gustavo de la habitación para hacerle una tomografía, y otros exámenes y lo acompañó.
"Acostado en el tomógrafo, Gustavo se movía dolorido y los enfermeros le pedían: ¡Gustavo, quédate quieto, por favor, quédate quieto!. Como no lograban que se calmara, le pidieron a Taverna que entrara y lo sostuviera.
Media hora más tarde lo dejaron en la habitación y decidieron avisarle a la familia que Gustavo había sufrido un accidente cerebrovascular (ACV) esto sucede cuando el flujo de sangre se detiene en una parte del cerebro. Tenían que operarlo con urgencia.
Cerati regresó a la Argentina casi un mes después, el 7 de junio, en un avión ambulancia acompañado por su madre, Lilian Clark, y su hermana, Laura. Primero lo internaron en el Instituto Fleni, luego fue trasladado a la clínica ALCLA, en la que murió.