“Me considero una persona muy envidiosa, ya que me enoja ver a otras personas felices y saber que yo no lo soy. Nada me ha salido bien y eso me molesta mucho, así que me enojo y me he aislado de mucha gente por eso y no quiero ser así”.
1. Vivir de esta forma no es sano, así que lo más recomendable es buscar ayuda. Si se tiene gastritis, la gente busca a un médico, si necesita un pantalón recurre a un sastre o una costurera y si las emociones se complican se debe ir a terapia.
2. Todos tienen claro que la envidia implica estar observando a los demás, de ver en los logros de los otros las propias carencias. La envidia los lleva a criticar, a hablar mal de los otros, pero qué culpa tienen los demás de haber logrado sus metas.
Esta posición emocional lo único que refleja son sus carencias, sus complejos, sus inseguridades y sus contradicciones. No es sintiendo envidia como usted va a crecer como persona, no es serruchando el piso como va a brillar, no es desestimando o descalificando a los otros como va a crecer.
En la envidia:
· Se pierde la paz.
· Se pierde el rumbo.
· Se construyen relaciones muy frágiles.
· Se aisla.
· Se siente mal por muchas cosas.
· Se cultiva la hipocresía.
· No se trabaja por la construcción de su identidad personal y emocional.
· Se vuelve una persona feas e imprudentes.
El antídoto de la envidia es la sana admiración del otro, puede aprender a ver en los demás un modelo a seguir, con la admiración se crece en humildad y le permite identificar áreas de desarrollo. En la envidia, la mantienen a la gente en la mediocridad.
La admiración es un ejercicio sano que propicia y construye una visión realista, le permite pedir ayuda, a decir no sé. Al asumir nuevas formas de actuar, trabajar y de proceder podrá llegar adonde aquellos que envidia han llegado
En el ejercicio de la admiración se experimenta libertad emocional y afectiva.