Sicólogo Rafael Ramos explica cómo hacer que la rutina no sea un enemigo de las relaciones

1. Todos los días hay que levantarse, trabajar, llegar por la noche a hacer cosas en la casa y acostarse a dormir porque hay que levantarse temprano y repetirlo todo una y otra vez. Visto así, la rutina podría ser un enemigo de las relaciones.

2. Todo ser humano tiene una rutina. La vida se organiza en virtud de una serie de procesos como el trabajo, el estudio, la crianza, las responsabilidades económicas y muchas otras cosas más, que marcan el ritmo y se les debe prestar atención porque forman parte de nuestro esquema de obligaciones.

3. La rutina no es un enemigo de las relaciones, ya que permite organizar el tiempo, distribuir responsabilidades, planificar espacios, organizar los recursos económicos, así que ayuda a priorizar y tener una vida relativamente equilibrada.

4. El problema en la rutina es cuando se priorizan estas actividades en función del deber, olvidándose de la importancia de incorporar espacios para la construcción de la intimidad emocional. Se debe tomar conciencia para incorporar espacios de comunicación atenta, crear momentos o actividades que posibiliten acumular experiencias agradables. El tema es la monotonía, la falta de acción y de creatividad. La rutina ayuda a organizar, pero hay que incorporar una posición muy activa, que permita renovar de forma consciente la motivación para estar juntos.

5. Cuando una pareja toma conciencia de la importancia de la construcción de la intimidad emocional y en el marco de todas sus obligaciones y actividades prioriza la conexión emocional, la escucha atenta, la construcción de espacios para expresar el afecto, estimulando la sana convivencia, la rutina no es un enemigo, es una aliada. El problema se da cuando se cae en la pasividad o la pereza, que termina afectando la construcción de la intimidad emocional.

6. Revise qué tan activo y proactivo es para mantener una posición creativa y propositiva como antídoto del aburrimiento y de aspectos que van creando vacíos emocionales.