Una Sophia Rodríguez muy sincera y agradecida abrió su corazón este martes para hablar de los durísimos meses que enfrentó la familia por la enfermedad de su suegra, quien falleció el pasado 14 de agosto, a los 62 años, debido a un tumor cerebral.
La chef retoma de a poquito su actividad en redes tras la dura despedida y como parte de su regreso, este martes compartió varias historias en las que se sinceró sobre el difícil momento por el que pasaron y del que todavía no se reponen.
Según Rodríguez, los últimos días no ha tenido ganas de, prácticamente, nada, pero este martes tenía que hacer unas grabaciones y aprovechó que se había arreglado para salir a agradecerle a la gente por tanto cariño que le han manifestado.
“Me veo así (arreglada) porque tenía una grabación, pero no es como me he visto en los últimos días. Necesitaba un espacio y ya hoy me siento un poco mejor después de estos días tan abrumadores; aunque no han sido días, han sido meses, seis meses, exactamente, muy tristes, muy fuertes, llenos de emociones muy fuertes y muy intenso todo, pero quería agradecer por la cantidad de comentarios y mensajes de personas que se han acercado para darme su solidaridad”, afirmó Sophi.
Aseguró que las muestras de solidaridad en estos momentos han sido en cantidades que nunca se imaginó y por eso está que desborda en agradecimiento.
“Estoy, sobre todo, agradecida, porque no dimensionaba el amor tan grande que uno puede transmitir a través de la pantalla y que tanta gente que nunca la conoció personalmente a la Nonna (así le decían a su suegra) sienta un dolor como el de uno, la hayan llegado a querer tanto y que por nuestra familia ustedes sientan esas cosas tan lindas y nos deseen tanta paz, ha sido demasiado lindo”, agregó Sophi.
La presentadora de ¡Qué buena tarde!, también narró el caos que vivieron ella y su esposo, pues doña Glenda Gutiérrez murió la víspera del Día de la Madre, una fecha que es de locos en el restaurante que ellos tienen.
“Pueden imaginarse el nivel de estrés, tensión, ansiedad, locura que teníamos al saber que, al día siguiente (15 de agosto), teníamos que estar en la vela y no íbamos a poder estar del todo en el negocio, en un día que es el más movido y de más trabajo en un restaurante.
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“Estábamos con un nudo en el estómago, pero nada, Dios ante esto nos dijo: ‘toca confiar, les toca delegar’, y lo primero que quiero agradecer es a nuestro equipo de trabajo que sacaron la tarea como los grandes”, mencionó.
También agradeció a amigos muy cercanos que, sin que ellos se lo pidieran, llegaron a meterles el hombro en el restaurante ese Día de la Madre.