“Terminamos porque teníamos problemas, que si bien se podían resolver, él no quería. Cada vez que tratábamos de hablar, lo que me decía es que él siempre ha sido así porque ha tenido una historia muy difícil. Le propuse muchas alternativas, pero él no puso de su parte”.
1. En cualquier relación humana, ante situaciones que podrían mejorarse o modificarse para establecer una sana convivencia, toparnos con frases como: “es que yo siempre he sido así”, “por mis problemas o por mi historia yo no puedo cambiar”. Es duro, frente a esto quedan dos alternativas: soltar o aguantar.
2. Aguantar va a significar vivir sujeto a una serie de tensiones innecesarias. Ahora, si una petición es objetiva, con fundamento y puede significar crecimiento, entonces se vale intentar, pero si esto no se da, lo que toca es soltar, porque si la otra persona tiene conductas y hábitos negativos que complican la vida, no tiene mucho sentido exponerse a esto.
3. Toda persona está llamada a una revisión constante de su estilo de vida, sus ideas, sus formas de pensar y de actuar. El cambio es bueno y es sano, no se trata de perder la esencia, sino de adaptarnos a cada circunstancia, con formas de ser que dejen una huella de paz y de serenidad en nuestra historia, pero si nos topamos con una persona que simplemente no reconoce que tiene áreas de mejora, complica la existencia y pone las cosas cuesta arriba.
4. El reto que tenemos todos los seres humanos es poder hacer un análisis humilde y asumir los cambios que haya que hacer para nuestro bienestar y el de nuestras relaciones, pero si hay resistencia poco se puede hacer. Por tanto, llegará un momento en el que con base en la realidad, habrá que tomar decisiones, por difíciles que estas sean, pues crecer y mejorar siempre será la mejor opción, mientras que callarse y aguantar no tiene mucho sentido y nos hace daño.