(Video) De épocas diferentes pero el amor une a modelo y a su abuelito, quien cumple 99 años

Karen Lobo ve a don Ricardo como un papá y lo admira por la gran lucha que dio en la Guerra del 48

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La vida es de contrastes y si no lo cree, la historia de don Ricardo Chaves Bolaños y de su nieta, Karen Lobo, lo va a convencer.

El señor es vecino de Poás de Alajuela y este sábado 16 de noviembre cumple 99 años, por lo que su familia se lo celebrará con una pequeña, pero significativa fiestita para que sienta lo mucho que lo aman.

Karen, por su parte, es modelo desde hace ocho años y en varias ocasiones ha adornado con su belleza las páginas de nuestro periódico.

Ella nos sugirió que conociéramos a don Ricardo, pues es como un segundo papá para ella y un ejemplo para todos los que lo conocen.

El señor le ha hecho a todo, ya que trabajó en agricultura, en la telegráfica, policía, jugador de primera división con la Liga y como si fuera poco, excombatiente de la Guerra del 1948.

De hecho, don Ricardo cuenta que fue muy amigo del doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, con quien intercambió correspondencia y tenía una excelente relación.

Su vida no ha sido para nada fácil, asegura que en muchas ocasiones la pelona le anduvo de cerquita, pero que pudo salir adelante para estar durante tantos años con sus seres queridos.

Don Ricardo fue parte del bando calderonista durante la guerra civil, de la cual salió con vida por obra y gracia de Dios.

“Yo recuerdo donde me pasaban las balas cerquita, me agachaba y me metía detrás de un palo para que no me dieran, disparaba y me cubría. La muerte me anduvo de cerca. Fue bastante triste”, aseguró el señor, quien la única secuela física que tiene es un balazo que le pegaron en el dedo chiquitito de la mano izquierda.

Con gran nostalgia recuerda esos duros momentos que vivió.

"El país estaba muy dividido, había mucho pleito por todo lado. Uno tenía que pasar tirado en el suelo porque los balazos pasaban por todo lado. Perdí a varios amigos en esa guerra”, dijo.

Durante la guerra pasó cerca de un mes sin ver a la familia, sin manera de comunicarse con ellos para decirles que estaba bien. Pero la guerra terminó y su vida continuó.

“Mi vida ha sido muy tranquila, he trabajo sembrando arroz, labrando la tierra y todo lo aprendí solo, nadie me enseñó. Yo trabajé recibiendo telegramas, fui secretario, policía y me dediqué a mi familia”, asegura.

Este roble no recuerda cuántos hijos tiene, pero una de su hijas nos dijo que eran siete, aunque ya murieron dos. Él se casó solo una vez.

Además es un fiebre del baile y cada vez que puede se tira a pista.

“Antes era muy distinto, se bailaba de una forma decente, ya todo eso se olvidó”, al reconocer que la movedera de cuerpo ha cambiado mucho con el paso del tiempo.

También recordó que para pedir la mano de la que fue su esposa, sus padres fueron los que tuvieron que dar la cara. La pareja se conoció en segundo grado y pasó casi toda la vida junta, hasta que ella falleció hace cinco años.

También le tocó que le pidieran las manos de sus hijas y nietas.

“Yo les digo (a los pretendientes) que se comporten muy bien en todo momento”, dijo.

Siempre ha sido un hombre muy correcto y romántico, por algo sus amigos le pedían que les escribiera cartas de amor para sus novias.

“Yo les daba consejos de cómo portarse con las novias, les decía que las respetaran, que fueran detallistas y les hacía las cartas en máquina de escribir para que se las llevaran a ellas”, afirmó.

De cerca

Tener en casa a un hombre que ha vivido tantas experiencias ha sido muy beneficioso para Karen, quien lo admira tanto que para ella, lo que diga su abuelo es santa palabra.

“Me ha jalado el mecate de vez en cuando, siempre está dándome buenos consejos, así como valores y mensajes espirituales. Cuando me metí a modelar le conté y me dio como vergüencilla que me viera, pero siempre me ha apoyado, cuando salgo en el periódico me felicita y me dice que siga adelante.

“Me acuerdo una vez en río Sardinal, en Sarapiquí, que él me decía que no me metiera muy adentro porque se podía venir una corriente de agua y de hecho así fue, porque a un muchacho le pasó y se lo llevó, ahí me quedó marcado de que siempre tenía que obedecer a mi abuelo”, contó Karen.

El cumpleañero también tiene lindas palabras para ella.

“Ella es una nieta que quiero mucho y por eso la apoyo. Ella me chinea mucho, me da regalitos y siempre ha sido muy buena, todas son muy buenas, pero ella es muy especial”, dijo don Ricardo.

Ese cariño entre ambos lleva añales y parece que seguirá por mucho tiempo, ya que el señor está muy pochotón.

“Siempre lo he querido mucho porque él me llevaba a la escuela, jugaba conmigo y pasaba mucho con él y mi abuela. Por eso siempre he dicho que es como otro papá, porque siempre ha estado conmigo en las buenas y en las malas.

“Siempre ha sido muy valiente y trabajador. En todo momento ha sido así, yo lo he visto muy delicado y he llegado a pensar que se nos va, pero de un pronto a otro se levanta pidiendo café y algo de comer, como si nada hubiera pasado”.

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A sus 99 años no le niega el diente a una rica cajeta, a unos confititos o a un conito.

De regalo le gustaría que le dieran un buen reloj, a pesar de que el que tiene no es nada barato y, por supuesto, una camiseta de su querida Liga, de la cual nunca se pierde ni un solo partido.

“Jugaba de defensa, al lado de Alejandro Morera Soto, él era mi amigo, muy buena persona y un gtran goleador”, comentó este hombre de mil batallas, quien sin duda le ha sacado el jugo a la vida. ¡Feliz cumpleaños, don Ricardo!