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Corridas de toros podrían desaparecer de Ciudad de México tras 500 años de existencia

Las corridas de toros llegaron a México con los conquitasdores españoles, pero podrían ser eliminadas de la capital del país

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Las corridas de toros llegaron a México con los conquitasdores españoles, pero después de cinco siglos de existir podrían ser eliminadas de la capital del país por una iniciativa parlamentaria que pone frente a frente dos ideas: la del maltrato animal y la del derecho de las minorías.

El enfrentamiento no es nuevo en esta ciudad donde está la plaza de toros más grande del mundo --para 50.000 espectadores--, es la primera vez que el Congreso local (no se trata del nacional) vota a favor de prohibir la fiesta brava.

Solo falta una votación, sin fecha establecida, después del visto bueno que dio en diciembre pasado la Comisión de Bienestar Animal, que al mismo tiempo abrió un diálogo con quienes saldrían afectados con la prohibición.

Tratando de igualar su causa con la de la comunidad LGBTI o por la despenalización del aborto, quienes defienden las corridas de toros afirman que se vive una “época de respeto a las minorías” y al “libre pensamiento”.

“¿Dónde cabe la palabra prohibir?”, dice Rafael Cué, cronista y miembro de Tauromaquia Mexicana, que reúne a aficionados, criadores, matadores y empresarios taurinos.

En América Latina, Ciudad de México es clave en el mundo de las corridas de toros y se caracteriza por ir adelante en cuestiones como el matrimonio igualitario, el aborto legal y el reconocimiento de los animales como sujetos de derecho y trato digno, según la constitución local de 2017.

Tauromaquia Mexicana cuestiona si “poderes públicos” pueden imponer “opciones morales de un grupo de la sociedad al resto de los ciudadanos”.

“Se podría, de esta forma, prohibir la interrupción legal del embarazo o del matrimonio igualitario”, alegó el grupo en un comunicado.

Proponen que las iniciativas que buscan abolir los espectáculos donde los animales reciben maltratos hasta morir sean debatidos desde una perspectiva de “libertades” y no de “gustos, modas o lo políticamente correcto”.

Animales, no cosas

Para el diputado izquierdista Jorge Gaviño, quien ha promovido esas leyes en el Congreso local, el argumento taurino asume que “los animales son cosas” y pasa por alto ideas como el “derecho difuso”, donde actos como el maltrato en un espacio público impactan a una comunidad.

“A mí me afecta de manera indirecta cuando matan y lesionan a un animal ‘sintiente’ en una plaza pública para diversión. Está afectando mi convivencia en sociedad, entonces tengo la obligación y el derecho de actuar en contra de este supuesto derecho de un tercero minoritario”, dijo Gaviño.

Parte del cartel de la temporada capitalina que finalizó el domingo 20, Juan Pedro Llaguno, torero mexicano de 22 años y nieto de criadores, cuenta que “muchísimas veces” ha matado animales que conoce desde que nacen, algo que define como “una sensación divina”.

“Tener el privilegio de poderlo torear es lo más bonito que hay porque lo conozco desde chiquito y por fin puedo llegar al ruedo con él a crear algo inolvidable, algo inexplicable”, comenta.

Llaguno subraya que el toro bravo “nace para ser lidiado” y morir en la plaza. “Es la forma de despedirse de la vida dignamente, con el público reconociendo su bravura”.

Cuatro estados mexicanos prohíben las corridas: Sonora, Coahuila (norte), Guerrero (sur) y Quintana Roo (sureste). Otros siete las protegen como patrimonio cultural.

Debate regional

Pero Gaviño dice que “científicamente se puede comprobar” que el animal sufre durante la lidia.

En su defensa, los taurinos también defienden el valor económico de la industria de toros de espectáculo en México: en 2018 movió 343 millones de dólares, creando unos 80.000 empleos directos y 146.000 indirectos, según datos del sector corroborados por la secretaría de Agricultura.

Gran parte de este dinero se produce en la capital, si bien 80% de los festejos ocurren en pueblos del resto del país, señala Cué.

Aunque abierto a buscar alternativas para quienes dependen de los toros, Gaviño considera inadmisible que “situaciones económicas” impidan la prohibición de las corridas.

El debate se extiende a países de la región como Venezuela, de larga tradición taurina. Jueces prohibieron festejos en dos estados en diciembre y enero, mientras el fiscal general, Tarek William Saab, tilda estos eventos de “matanzas públicas”.

También estudia un proyecto de ley que prohibiría espectáculos con maltrato animal.

En junio de 2020, Bogotá decidió prohibir el maltrato y muerte del toro en las corridas. En contraste, el máximo tribunal de Perú rechazó ese mismo año eliminarlas.

Los otros países donde están permitidas son España, Francia, Portugal y Ecuador, aunque en este último varias ciudades, incluida Quito, prohibieron en 2011 la muerte del toro en el redondel.

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