El pasado 22 de agosto, la refugiada ucraniana Iryna Zarutska, de 23 años, fue brutalmente asesinada dentro de un tren ligero en Charlotte, Carolina del Norte, cuando un hombre identificado como Decarlos Brown Jr., exconvicto de 34 años, la apuñaló sin previo aviso frente a otros pasajeros.
La joven viajaba en el transporte público con el uniforme de la pizzería donde trabajaba y usando su teléfono móvil, cuando Brown, sentado detrás de ella, sacó un cuchillo y comenzó a herirla repetidamente. Cámaras de seguridad mostraron cómo después del ataque el agresor caminó por los vagones con el arma en la mano, dejando rastros de sangre en su recorrido.
La confesión de Brown: “me leía la mente”
Seis días después del crimen, Brown habló con su hermana Tracey desde la cárcel y justificó el ataque de una forma casi increíble. Según grabaciones publicadas por Daily Mail, aseguró que en su cuerpo había “materiales implantados” que lo controlaban y que la víctima “le estaba leyendo la mente”.
LEA MÁS: ¿Quién era Charlie Kirk? El activista conservador estadounidense asesinado en Utah
En la llamada, Brown admitió: “Me lastimé la mano al apuñalarla. Ni siquiera la conocía. No le dije una palabra. ¿Por qué alguien apuñalaría a otra persona sin motivo alguno?”.
El acusado, diagnosticado con esquizofrenia, afirmó que creía que el gobierno había puesto sustancias en su cerebro que lo empujaron a cometer el crimen.
Antecedentes de salud mental y detenciones
Tracey Brown aseguró que su hermano había intentado ser hospitalizado en varias ocasiones por su deterioro mental, pero los médicos lo daban de alta en menos de 24 horas. También reveló que incluso llegó a llamar al 911 convencida de que un microchip controlaba sus acciones.
LEA MÁS: Pasó casi 30 años preso por un crimen que no cometió y hoy es libre gracias a una confesión
Según registros oficiales, Brown había sido arrestado y liberado en al menos 14 ocasiones previas antes del ataque a Zarutska.