Felipe Palagani y Luca Zarragud, dos bebés argentinos que compartían habitación en un hospital, terminaron siendo protagonistas de una historia conmovedora.
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Luca le donó su corazón a Felipe y esto se convirtió en el primer trasplante cardíaco pediátrico, a partir de una donación en asistolia controlada.
El proceso consiste en una técnica innovadora que solo se utilizaba en España y Australia, pero más allá del avance científico, esta es una historia que entrelaza las vidas de dos familias de Neuquén, Argentina.
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Felipe es un pequeño a quien, a los cinco meses de vida, le diagnosticaron miocardiopatía dilatada severa, una condición que debilitó, gravemente, su corazón. Su caso se hizo conocido a principios de año gracias a la campaña #UnCorazónParaFelipe, con la que su familia buscaba concientizar sobre la donación de órganos.
Desde Neuquén, donde los tratamientos no surtían efecto, el niño fue trasladado a Buenos Aires el año anterior. Tras una larga internación y pasar por distintos centros médicos, llegó al Hospital Italiano, donde su corazón apenas se movía.
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Un paro cardíaco lo llevó a ser conectado a una máquina ECMO y luego a un Berlin Heart, dispositivos que lo mantuvieron con vida mientras esperaba un trasplante.
Por otro lado, Luca había sido dado de alta tras un trasplante de hígado, pero contrajo un citomegalovirus (CMV) que dañó, irreversiblemente, sus pulmones.
Sus padres, Paula y Nicolás Zarragud, tomaron la decisión de donar sus órganos. El corazón de Luca resultó ser compatible y, dado que Felipe estaba primero en la lista, se convirtió en su esperanza de vida.
Esta compleja intervención fue la primera en Argentina, donde el trasplante se realizó sin que hubiese muerte encefálica del donante, un cambio trascendental en los protocolos.
Esta historia no solo marca un avance en la medicina, sino que resalta el poder de la donación de órganos como un verdadero acto de amor.