La Universidad de Oxford presentó una investigación que sugiere que el primer beso tuvo lugar hace entre 16,9 y 21,5 millones de años, mucho antes de lo que se creía.
El hallazgo reabre el debate sobre el origen de este comportamiento, que ha acompañado al ser humano y a otros primates a lo largo de su historia evolutiva.
LEA MÁS: “Cerdita”: Trump insultó a periodista y la Casa Blanca lo defendió con insólito argumento
Un comportamiento más antiguo de lo pensado
El estudio, publicado en la revista Evolution and Human Behaviour, analiza registros científicos y observaciones de campo para determinar que los grandes primates ya realizaban contactos boca a boca similares a los besos modernos.
De acuerdo con los autores, este comportamiento pudo surgir en un ancestro común de chimpancés, orangutanes, bonobos y seres humanos.
Matilda Brindle, bióloga evolutiva y coautora del informe, explicó que “esta es la primera vez que alguien adopta una perspectiva evolutiva amplia para examinar los besos”.
Añadió que los resultados refuerzan la idea de que los primates poseen una diversidad notable de comportamientos sociales y sexuales.
Evidencia en especies modernas y extintas
Los investigadores recopilaron datos de especies actuales que realizan este tipo de contacto labial, incluyendo chimpancés, bonobos y orangutanes.
Estos comportamientos fueron catalogados como “contacto boca a boca no agresivo que no implicaba transferencia de alimentos”.
El análisis permitió ubicar el “rasgo” del beso dentro del árbol genealógico de los primates. Con ello, se determinó que el comportamiento habría estado presente en un ancestro común que vivió hace más de 16 millones de años.
LEA MÁS: 61 días bajo tierra: El trágico final del obrero que rompió un récord y lo dejaron sin fortuna
El equipo también revisó estudios previos sobre los neandertales, quienes compartieron territorio con los humanos modernos en Eurasia antes de extinguirse.
Para los investigadores, la evidencia genética y microbiana —incluido el intercambio de saliva y microbios bucales— sugiere que “probablemente también tenían la costumbre de besarse”.
Un enigma evolutivo que empieza a aclararse
El beso plantea interrogantes porque, desde un punto de vista biológico, puede implicar riesgos como la transmisión de enfermedades sin beneficios de supervivencia evidentes.
No obstante, la nueva perspectiva evolutiva apunta a que el contacto boca a boca pudo tener funciones sociales importantes: fortalecer vínculos, reducir tensiones o facilitar interacciones reproductivas.
“Al integrar la biología evolutiva con datos sobre comportamiento, estamos en condiciones de sacar conclusiones fundamentadas sobre rasgos de comportamiento que no se fosilizan, como el beso”, explicó Stuart West, profesor de biología evolutiva en la Universidad de Oxford y coautor del estudio.
El grupo de especialistas sostiene que este comportamiento ha perdurado en la mayoría de los grandes primates, lo que indica que su función social o emocional habría tenido suficiente importancia como para mantenerse a lo largo de millones de años.
Un gesto universal con raíces profundas
El análisis evolutivo contribuye a comprender por qué el beso se encuentra presente en diversas culturas humanas.
Aunque su forma y significado varían, el gesto parece tener raíces comunes que se remontan a un linaje ancestral.
El estudio abre nuevas vías de investigación sobre la evolución humana, especialmente en aspectos de conducta que no dejan huellas físicas. El equipo espera que futuras investigaciones permitan ahondar en otros comportamientos sociales compartidos entre humanos y primates.
*Esta nota fue hecha con ayuda de Inteligencia Artificial.


